Saludo a la bandera

A veces hay que hacer o decir cosas aún a sabiendas de que uno no será escuchado. A pesar de que no produzcan un resultado concreto o mensurable, los gestos –si son bien pensados y correctamente ejecutados– tienen la posibilidad de perdurar en la memoria de las personas y ejercer, de esta manera, un efecto didáctico sobre ellas. Los gestos –los saludos a la bandera– sirven, pues, para reafirmar la fe en ciertos principios que por momentos parecen estar olvidados.

Esta semana, unos doscientos periodistas presentaron sus firmas a una jueza pidiéndole que evite la publicación en el Registro Oficial de las reformas a la Ley Electoral que, entre otras cosas, prohíbe que los medios de comunicación divulgen información sobre las elecciones y los candidatos que tomarán parte en los próximos comicios.

Es poco probable que este pedido sea escuchado, en vista del evidente estado de subordinación de la Función Judicial a los designios del Ejecutivo. No obstante, ese saludo a la bandera de todos aquellos periodistas –fotógrafos, reporteros, editores– servirá para que los ciudadanos reflexionen sobre la importancia de estar informados y tomar decisiones razonadas, cuando se trata de elegir a las personas que nos gobernarán.

Suena inverosímil que los periodistas deban acudir a los tribunales para solicitar que se les permita ejercer su oficio. Parece increíble que a los medios de comunicación se les prohíba cubrir un evento de tanta trascendencia y significación como son unas elecciones nacionales.

Por más truculento que resulte todo esto, el hecho cierto es que el veto presidencial a la Ley Electoral pasará por el ministerio de la ley y será finalmente publicado en el Registro Oficial el próximo 4 de febrero. Los medios de comunicación y los periodistas estaremos atados de pies y manos, completamente imposibilitados de escribir una línea sobre la vida política del Ecuador, a menos que queramos ser juzgados y sancionados.

¿Qué dirán los ciudadanos cuando no puedan conocer los hechos relevantes de un episodio que marcará de forma permanente su vida cotidiana? ¿Cómo reaccionarán cuando se den cuenta que un solo discurso machacón y simplista es el que se les permitirá escuchar?

Solo cuando eso ocurra se darán cuenta de lo que habrán perdido. En ese momento recordarán gestos como el de aquel grupo de periodistas que alertaron sobre los peligros que conlleva silenciar a la prensa independiente. Talvez en ese momento, aquel saludo a la bandera sirva para que muchos –ojalá todos– se decidan a luchar por su libertad y se den cuenta que sin ella las sociedades caerán en el oscurantismo, en manos de un puñado de funcionarios públicos al servicio del dictador de turno.

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