Farith Simon

Salud y fragilidad

La enfermedad es una de las muchas cosas que exponen nuestra fragilidad. Cuando la salud se afecta todo lo demás pierde importancia. El sobrevivir, el superar el dolor, recobrar algo de normalidad o de autonomía, curarnos se convierte en el todo. Asumirnos vulnerables transforma el día a día, nos da perspectiva.

En la enfermedad se vuelve evidente la dependencia, la necesidad del cuidado, la necesidad del otro, de los otros, de los seres queridos que nos cuidan, que nos reconfortan y nos acompañan; pero, especialmente, de los profesionales de la salud, de los sistemas médicos.

Unos pocos privilegiados tienen acceso a buenos seguros privados (con problemas específicos, en algunos casos) o medios económicos que les permiten buscar la mejor atención médica, incluso fuera del país, pero casi todos necesitamos del sistema de salud pública.

Súmele a la vulnerabilidad derivada de la enfermedad el no tener recursos para pagar una atención médica adecuada, llegar al sistema de salud pública y descubrir que no tienen medios o servicios disponibles. Cuando hay el espacio para ser atendido, no están los insumos, las medicinas o los equipos necesarios. Imagine otro escenario, alguien paga durante años de forma puntual a la seguridad social, se siente enfermo, pide una cita y la recibe para meses más tarde, pero cuando se acerca la fecha recibe una llamada aplazándola. Al fin llega el día: un intercambio rápido, Paracetamol para los dolores, no hay diagnóstico, son necesarios más exámenes, nos dicen. Pasan nuevamente semanas, al fin se tienen todos los exámenes; ahora se espera a un especialista, se acumula el tiempo. Por fin se tiene un diagnóstico, pero la demora agravó la situación; ahora depende de la disponibilidad de “camas”, sin acceso a los medicamentos necesarios ni exámenes especializados, con servicios no adecuados, máquinas dañadas, buscando algo de dinero para cubrir un servicio privado para ganar algo de tiempo. Imagine una persona con una enfermedad catastrófica, rara o crónica, con una dependencia permanente a un sistema que no responde, que pasa por crisis recurrentes, donde la voluntad es importante pero insuficiente porque se requiere de recursos para pagar intervenciones, medicamentos, insumos, equipos.

El covid hizo aun más evidente la grave crisis del sistema de salud y ha costado vidas, no solo entre los contagiados, sino entre aquellos que no recibieron atención médica oportuna para otras enfermedades.

La situación de los servicios de salud es cada vez más compleja en todos los niveles, no solo para quienes requieren atención especializada o de emergencia, no tienen para pagar servicios privados o dependen de la seguridad social, sino sobre todo para quienes viven la falta de atención, o el funcionamiento inadecuado de servicios mal organizados, saturados, con problemas económicos agravados por la corrupción.

Existen muchas necesidades, pero la salud es una prioridad; debe mejorarse el acceso y calidad del sistema de salud; las soluciones deben alejarse de la ortodoxia ideológica y recordar que en el centro de todo está nuestra fragilidad, que no tener atención adecuada incrementa la vulnerabilidad y el sufrimiento.

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