Algunos países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como Canadá, seguirán soportando la carga de asistir a la misión militar en Afganistán debido a la profunda vulnerabilidad de Kabul.
A pesar de que Ottawa anunció el repliegue para 2014 de unos 900 soldados canadienses que capacitan a las fuerzas de seguridad afganas, numerosos especialistas prevén que su colaboración con la OTAN proseguirá más allá de esa fecha.
Estados Unidos tiene previsto retirar el año próximo a la mayoría de sus fuerzas, aunque dejaría a unos 9.000 efectivos para entrenamiento y otro tipo de asistencia al ejército afgano, indicó Graeme Smith, ciudadano canadiense y analista del Grupo Internacional de Crisis residente en Kabul.
Smith fue corresponsal del diario canadiense Globe and Mail y es autor del libro “The Dogs Are Eating Them Now: Our War in Afghanistan” (Los perros se los están comiendo ahora: Nuestra guerra en Afganistán), que se publicará en septiembre.”Los estadounidenses no han explicitado su compromiso, y los otros países de la OTAN esperan (antes de anunciar su contribución). Habrá presión sobre Canadá para que tenga algo” disponible, dijo.
¿La historia se repite? Canadá retiró formalmente sus 2.500 soldados de la provincia de Kandahar en 2011 tras 10 años de colaborar con la misión de la OTAN encabezada por Estados Unidos. Pero no puede romper sus vínculos con Kabul porque, según coinciden numerosos especialistas, el gobierno afgano no sobreviviría al retiro total de las fuerzas occidentales.
Las fuerzas de seguridad de Afganistán mantienen una gran dependencia de las de Estados Unidos y la OTAN, en especial para apoyo logístico y capacidad aérea.
Lo que mantiene a Estados Unidos en Afganistán es la pesadilla de que la historia se repita, dijo el profesor Anatol Lieven, del King’s College de Londres, refiriéndose a la caída de Saigón, que marcó el fin de la Guerra de Vietnam.
En 1975, Estados Unidos evacuó a personal diplomático y a cientos de miles de sus soldados de la capital de Vietnam del Sur, lo que permitió que fuera tomada por el ejército norvietnamita. La guerra concluyó y Vietnam fue así unificado bajo un régimen comunista.
“El dilema es cómo equilibrar el deseo de salir de Afganistán con el profundo temor, en especial del ejército estadounidense, de sufrir una obvia y humillante derrota si cae el gobierno afgano”, explicó Lieven.
Estados Unidos está indeciso por sus propias dificultades presupuestarias y un reticente gobierno afgano que protestó cuando la administración de Barack Obama buscó iniciar conversaciones con los insurgentes del Talibán, indicó Mark Sedra, presidente del Grupo de Gobernanza para la Seguridad y politólogo de la canadiense Universidad de Waterloo, en Ontario.
Seguridad subsidiada Un informe de la estadounidense Oficina de Supervisión del Gobierno, de febrero de este año, “Afghanistan – Key Oversight Issues” (Afganistán, asuntos clave descuidados), señala que Washington y la OTAN no suministran fondos suficientes para mantener a las fuerzas de seguridad afganas por un período prolongado.
El dinero de los contribuyentes no alcanza para que Afganistán pague y mantenga a sus efectivos, que ahora ascienden a 350.000. Ese país depende de que Estados Unidos lo subsidie con 4.000 millones de dólares anuales, indicó Sedra.