Existen momentos, en el transcurrir de un gobierno, en los que es difícil interpretar los signos de los tiempos o descifrar los rumbos solo con la ayuda de una rosa de los vientos averiada. Por eso, surgen desde diversas interpretaciones y muy pocas son positivas, respecto al actual gobierno.
Una cosa fue el inicio arrasador contra los icebergs del “correismo” y fue indiscutible la liberación del oprobio del pasado inmediato: el vicepresidente fue juzgado y sentenciado; luego, se impuso la consulta popular para disponer de nuevos instrumentos para la administración política y, en materia internacional, se decidió alejarse del chavismo. En ese capítulo, es necesario anotar, que el régimen tuvo que hacer un gran esfuerzo para despejar la Cancillería y optar como salida por la promoción de la titular de esa cartera a la Asamblea General del ONU fue un enroque importante, aunque contrario a la tendencia geopolítica de la mayoría de los países de América Latina concertados contra la autocracia venezolana.
Súmese a esta síntesis las proclamas diarias contra la corrupción heredada y la promesa de fiscalizar hasta la última moneda mal recibida. Mucho ayudó en este propósito, el “sunami” que significó para todo el continente el caso Odebrecht.
Si el diagnóstico expresado fuera correcto el actual gobierno sería una versión actualizada del “Mensaje a García” por encargo del próximo casi seguro Presidente y del FMI con tareas radicales y asépticas de reordenamiento fiscal.
En este entorno, la principal tarea sería realizar el capítulo más difícil de la estabilidad en el Ecuador que son “los ajustes”.
Para los actores internos y externos no importa la suerte del actual mandatario; es lo de menos, ya sucedió con Bucaram, Mahuad y Lucio; lo importante es que lo haga y tenga suerte en manejar la reacción política social que está preparándose.
Los movimientos sociales, principalmente en la región andina, nunca tienen suerte electoral, pero son excelentes para la movilización y la desestabilización.
La vieja izquierda, torpe y romántica, y el correato que no tienen nada que perder, son los portadores de la gasolina para encender la hoguera colectiva.
De esta hipótesis surge la conclusión de que los tiempos políticos del Ecuador estar marcados – por coincidencias o de manera premeditada- por un trípode formado por el “correato”, el “poscorreato” de transición y el nuevo gobierno del 2021: limpien, arreglen la casa y la entregan a los nuevos un estado diferente al que recibieron.
La no eliminación del Consejo de Participación Ciudadana en la Consulta Popular, algunos artículos sobreviven en la Ley de Comunicación como el organismo de Control y la marcha en el mismo terreno de los colegiales.
En cuanto al escenario del país, si Darwin volviese encontraría especies únicas que evolucionan e involucionan, pero se reproducen entre ellas sin eliminarse.