‘¿Qué tal que nos demos cuenta que el terrorismo es una consecuencia predecible de nuestra intervención en la vida de los otros y no del hecho de que seamos libres y prósperos? ¿Qué tal que realicemos que el mantener e impulsar regímenes represivos en el Oriente Medio resulta ser peligroso tanto para los EE.UU. como para Israel? ¿Qué tal que nos demos cuenta que el gasto militar siempre es económicamente contraproducente?”.
Esto es apenas un extracto del famoso discurso “What if” de Ron Paul, pronunciado en febrero del 2009 ante el Congreso estadounidense. Este se ha vuelto el ultimo ítem del acervo de discursos legendarios de los EE.UU. junto con “I have a dream” de Luther King o el discurso inaugural de Kennedy. Pero aquel es apenas una pequeña muestra del perfil de un político verdaderamente sobresaliente.
El espectro político en EE.UU. es particular, todo parece estar posicionado un paso a la derecha. De tal forma que lo que en EE.UU. es la izquierda, en Europa sería la centro-izquierda, lo que en EE.UU. es la centro-izquierda en Europa sería la centro-derecha, y así sucesivamente. Por ello, para alguien de izquierda como yo, era inimaginable admirar a un político del derechista Partido Republicano estadounidense. Me espeluznaba esa derecha agresiva, muy religiosa, muy militar y excesivamente etnocentrista. Todo aquello me parecía directamente irracional.
Por eso cuando escuché a un republicano pararse frente a todo su electorado en un mitin nacional y tener el coraje de decir “¡Ya es hora de que tratemos con Cuba!”, no pude evitar quedarme pasmado. Hay que tener el valor de reconocer los políticos sobresalientes, así estén en el campo contrario; las acciones de Ron Paul me fuerzan a hacerlo.
Este político ha soportado multitudinarios abucheos, y no ha modificado su discurso para hacerlo más atractivo electoralmente. Su persistencia en este camino ha generado una nueva capa de conservadores americanos dispuestos a apartarse del apasionamiento militar y moderar sus posturas religiosas.
En el campo económico nunca estaremos de acuerdo, él defiende un liberalismo neoclásico y yo un intervencionismo inteligente. Pero su visión del capitalismo es refrescante; está centrado en la importancia de la libertad y la necesidad de que el Estado se abstenga de salvar a los operadores negligentes.
No es la única persona con una mente excepcional en ese país, su mérito no está en ello; lo asombroso es el hecho de que esa voz haya logrado un liderazgo significativo en el campo republicano. Ron Paul emociona, cierto; pero difícilmente logre el milagro de conseguir los votos que lo pondrían sobre Mitt Romney como candidato a la Presidencia. No importa, su discurso invita a soñar en una renovación de la derecha estadounidense, eso ya es extraordinario.