Roig, el maestro

Hasta hace poco más de medio siglo, incluso los propios latinoamericanos pensaban que nuestro continente no era para la producción de pensamiento filosófico; que este solo se generaba en Europa Occidental u otros países del Primer Mundo. Solo el advenimiento de una generación de pensadores de lo propio, que reivindicaron la capacidad de los latinoamericanos para hacer filosofía sin más, permitió que se redescubriera y desarrollara el filosofar en nuestro subcontinente, que sus impulsores llamaron “Historia de las Ideas”.

Uno de los pilares de esa generación fue el maestro argentino Arturo Andrés Roig, nacido en Mendoza en 1922 y fallecido en su ciudad natal el 30 de abril pasado. A los 89 años, había realizado una labor académica inmensa y había contribuido poderosamente a la consolidación de una identidad latinoamericana con un discurso de denuncia y compromiso.

Roig se formó en la centenaria Universidad Nacional de Cuyo. Realizó luego estudios en París. Siendo joven fue nombrado profesor de su universidad de Cuyo. Durante su vida se movió activamente por América y Europa, como profesor visitante, editor académico y conferenciante. Publicó una enorme cantidad de libros, artículos, ponencias y comentarios. Fundó varios centros de investigación y formó muchos discípulos.

Para el pensamiento ecuatoriano, Roig es su gran referente y organizador. Vino a Quito exiliado por la persecución de la dictadura argentina y fue acogido por Hernán Malo en la Universidad Católica, donde enseñó por varios años. Con el apoyo y la cercana amistad de Hernán, su colega filósofo, se dedicó a repensar el pensamiento nacional y a revalorizarlo. Aparte de varios libros, su mayor aporte fue la formulación del proyecto original de la “Biblioteca del Pensamiento Ecuatoriano”, que ha publicado la Corporación Editora Nacional con el auspicio del Banco Central. Arturo Roig es quizá el mejor conocedor del pensamiento ecuatoriano de todos los tiempos. Y un gran maestro formador de docentes e investigadores. Su obra es profundamente crítica y de denuncia. No es extraño que en sus años de la Católica hubieran reaccionarios que pidieron se lo expulsara por peligroso agitador. La visión y apertura de Hernán Malo impidió semejante barbaridad y le dio al país el mayor sistematizador de su pensamiento filosófico.

Desde 1992, en que se fundó, Roig fue profesor visitante de la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito. Hasta 2006 sus cursos de Pensamiento Latinoamericano contribuyeron a la formación de generaciones de intelectuales. En los últimos años ya no pudo viajar a nuestra capital, pero hasta hace pocas semanas estuvo en contacto con esta, que él consideraba su segunda patria. El pensador de Latinoamérica pensó en nuestro Ecuador hasta el final.

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