A la opinión pública

Legislar y fiscalizar son las funciones que explican y justifican la existencia de una Asamblea Nacional. Puede darse el caso, como sucede en la actualidad que los asambleístas afines al Gobierno sean la mayoría. Ello no obstante, cabe la intervención de los representantes del pueblo en asuntos en los que la gestión del Ejecutivo es cuestionada. Es el caso de los problemas relacionados con la salud pública. En tal entendimiento es que me estoy dirigiendo a la Asamblea Nacional. 

Por otra parte, tales problemas deberían merecer la atención y la intervención de las facultades de Medicina de las universidades tanto públicas como privadas. Serían sus investigadores científicos los que con sus datos se pronuncien ante el silencio oficial o la presentación de resultados sesgados. Me estoy dirigiendo a las universidades a sabiendas de que la Escuela Politécnica Nacional y la Universidad Central en el asunto que voy a tratar tuvieron una actuación destacada.

Dados los efectos devastadores de la deficiencia de yodo sobre el crecimiento físico, la maduración neuromotora y el desarrollo intelectual, los organismos internacionales y los gobiernos responsables se empeñaron a fondo. Controlar los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY) por medio de la sal yodada una política de Estado mantenida en nuestro país por todos los gobiernos que se sucedieron a partir de 1983. El Programa Nacional de Control de los DDY, adscrito al Ministerio de Salud Pública (MSP), logró resultados ponderados por la OPS/OMS y el Unicef:

desaparecieron de la patología nacional, con carácter endémico los bociosos, los cretinos, mudos y sordos y el hipotiroidismo neonatal. Dados los problemas burocráticos que nunca faltan, al inicio del actual Gobierno se creó una Comisión Técnica encargada, con independencia, de supervisar que se cumpliera permanentemente el componente operativo y se mantuvieran las normas del programa ecuatoriano.

Desde cuando los bárbaros llegaron al MSP en calidad de asesores en nutrición, el Programa de Control de los DDY se vino abajo. “Porque los trapos sucios se lavan en casa”, el eficiente Director del Programa fue despedido. Le sucedieron unos tantos, inclusive una ingeniera agrónoma. Cuando se inició la invasión de sal peruana sin yodo, la Comisión Técnica propuso medidas concretas para defendernos. Nada se hizo. La Comisión Técnica sobraba y fue disuelta. Cuando el 11 y 12 de este mes tuvo lugar en Quito una reunión sobre “Eliminación Sostenida de los DDY en Latinoamérica”, el Director del Programa ecuatoriano había renunciado en mayo. De lo que se sabe, porcentajes significativos de muestras de sal analizadas contienen cantidades de yodo por debajo de los requerimientos mínimos.

La Asamblea Nacional y universidades como la Central y San Francisco de Quito tienen la palabra.
rfierro@elcomercio.org

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