En 1835, Vicente Rocafuerte fue elegido presidente de la República. Político de gran energía, había defendido tesis liberales y modernas. Entusiasta panegirista del sistema norteamericano, consideraba a la “democracia washingtoniana, único sistema que conviene a América”. Su administración se caracterizó por la realización de importantes obras y una tónica represiva. La organización y ordenamiento del nuevo país, fue su logro más destacado.
Rocafuerte contó con el respaldo de su aliado el general Juan José Flores, designado Comandante en Jefe del Ejército y luego Presidente del Senado. Rocafuerte adjudicaba los males de la República al oscurantismo, resabio de la colonia y planteba un gobierno organizador: “La dirección del trabajo productivo pertenece al Gobierno, quien debe remover los obstáculos que se opongan a la libre circulación de los productos de la agricultura y de la industria, por medio de buenos caminos, reglamentos de pesaje, y excepción de hagajes; dar al comercio el mayor impulso, aboliendo estancos, monopolios y privilegios y formando aranceles sabiamente calculados para impedir el escandaloso contrabando.”
La primera preocupación de Rocafuerte fue el arreglo de la deuda pública. Para ello, contó con su ministro Francisco Tamaríz, quien preparó tres decretos que el Presidente expidió el 10 de febrero de 1836, para reducir sustancialmente los derechos de importación y exportación e impedir los negocios con los papeles de la deuda interna. La reacción ante estas medidas fue dura.
Paradójicamente, los comerciantes guayaquileños a quienes teóricamente favorecían los decretos, protestaron con más fuerza. El nuevo sistema de control que se establecía limitaba el contrabando y la especulación con papeles de la deuda pública. El general Flores no vacilo en “alentar con su nombre la conjuración parlamentaria de los agiotistas de Guayaquil, para echar abajo los patricios decretos de Febrero y el probo ministro que los había redactado”. El Congreso, presidido por Flores exigió la salida de los ministros Tamariz y Morales. El Presidente terminó por ceder. Los separó de sus cargos y aceptó el juzgamiento y posterior sanción que les impuso.
El trabajo organizador de Rocafuerte fue intenso. “El Ecuador empezó a ser país civilizado en esos cuatro años de extraordinaria actividad”, dice Pareja. La creación de instituciones educativas, las reformas al clero, la supresión de unos tantos días de fiesta, la reorganización del Ejército y la Marina, un inicial impulso de la construcción de caminos, fueron logros fundamentales de su administración, que transcurrió dentro de un marco de ilustración y dinamismo, pero también de represión. En cuatro años hubo más de setenta fusilados. Al fin, sin embargo, el Ecuador quedó más organizado y con claros objetivos nacionales.
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