Los robots periodistas
En marzo del año pasado, un reportero de Le Monde anunciaba desde la Northwestern University, en Illinois, el advenimiento de “la era de los robots periodistas”. Se refería a los artículos deportivos firmados por The Machine, producto de un programa de inteligencia artificial bautizado como Stats Monkey. Para reseñar los partidos de béisbol que le encargan, este ‘mono’ recaba toda la información estadística en la Web, recurre como cualquier cristiano a su memoria de frases hechas, palabras claves, ideas de cajón, revisa en un segundo cientos de miles de ar-tículos y redacta un texto semejante a los que generan las agencias de prensa.
El asunto no para ahí: si a principios de los años 80 el brillante Pedro Saad era capaz de escribir un libro sobre Roldós o Bucaram en una semana, hoy el profesor Philip Parker puede hacerlo en 15 minutos. Bueno, no él precisamente sino el sistema que diseñó y que ya ha completado unos cien mil títulos; entre ellos uno sobre el aguacate. Algunos lectores los consideran fantásticos o muy útiles; otros los ven como una mera acumulación de información, pero todos sabemos que a medida que se perfeccionen los programas irán mejorando los resultados. La gran pregunta no es si podrán crear cosas como lo hace la mente humana, sino cuándo enviarán a editores y periodistas a la desocupación definitiva.
Porque en eso andan. Francis Pisani habla de un robot japonés que explora autónomamente el sitio donde se halla, toma fotos, ¡puede entrevistar a personas!, recurre a la Web, por supuesto, y tiene el criterio para redactar su crónica. “Capacidad de reportear y documentarse, ¿qué mejor definición existe de hacer periodismo?”, pregunta Pisani y añade que este robot será el enviado ideal a las zonas de guerra “donde una parte de los combatientes la integrarán otros robots”.
Después de leer esto miré un documental sobre los aviones sin tripulación que bombardean a los afganos y son manejados desde un búnker ubicado en' ¡Nevada, cerca de Las Vegas! Luego de combatir ocho horas en la pantalla, el piloto sube a su carro, recoge a la guagua de la guardería y va a casa a preparar la cena.
A eso vamos, a otro mundo, con un ser humano distinto, interactuando con robots de inteligencia artificial cada vez más creativos y autónomos, que terminarán dominándonos como en las películas de ciencia ficción. Pruebas al canto: la supercomputadora Watson, de la IBM, acaba de ganar el célebre concurso de preguntas Jeopardy! superando largamente a los dos mejores competidores. Verlo da vértigo: Watson escucha, analiza, descifra sentidos y juegos de palabras y responde con voz profunda mejor que cualquier mortal. Por ahora, la idea de sus diseñadores es que facilite el desempeño de distintas tareas de los humanos. Por ahora.