Casi una revolución política

Fueron casi una revolución política las elecciones presidenciales francesas. Los partidos que predominaron no estuvieron en las finales electorales y en el caso del Partido Socialista (PS) se deshace a ojos vista. Como acontece en otros sitios de crisis de la política, el grupo ganador, recién formado, no reivindica una ideología o tendencia política conocida. ‘En Marcha’de Macron, el nuevo presidente, tenía entre sus competidores al grupo que hereda parte de la izquierda descontenta de los partidos, “Francia Insumisa”, sin alusión ideológica.

Francia vive una reorganización de su vida partidaria y de su sistema político. Las polarizaciones anteriores, de izquierda y derecha, se atenúan y emergen nuevas convergencias con personas de diferentes partidos o tendencias que se identifican ahora con otros problemas o tesis : la migración, el sitio a dar a la Unión Europea, la soberanía o la mundialización, la modernización con la inteligencia artificial, la seguridad, el terrorismo.

Es una redefinición de la política con nuevos polos políticos, nuevos actores de la política y de políticos, y la anunciada llegada de gente joven. El crecimiento de la extrema derecha con Marine Le Pen, y sus cambios para ser aceptable, es un gran sacudón, pero es difícil imaginar lo que advendrá de “En Marcha” o “Francia insumisa”, primera y cuarta fuerza electoral.

Macron considera literalmente que es necesario que desparezcan izquierdas y derechas, y propone para su lista electoral legislativa, que se integren a su grupo, políticos de estos sectores.

Quiere literalmente integrar amplios sectores de la derecha, los menos conservadores, para así destruir la derecha. Lo mismo lo hace con los socialistas, que junto a personas de la sociedad civil, a lo mejor serán mayoritarios en el nuevo partido. Sin embargo, que se encuentren juntos gentes de diversas tendencias no crea una nueva identidad política.

Rápido se concluye que se creó un nuevo centro. El hecho de refutar a la izquierda y derecha conocidas no crea una nueva tendencia de centro. Las posiciones de Macron pueden ser social-liberales, un cambio que en Francia no se dio aunque el PS ya lo inició. En el sistema político francés, no predominaron las fuerzas del centro, no hubo así una democracia- cristiana o una social-democracia propiamente tales.

En cambio, el sistema francés llevaba a que la mayoría tienda hacia el electorado del centro. Mitterand así llevó al Partido Socialista al gobierno. Lo mismo acontecía con la derecha “gaullista” y “republicana”.

En parte, las crisis políticas en Europa se dieron por la caída de la social-democracia y la pérdida de credibilidad de las izquierdas. El vacío lo llenó la extrema derecha. Es imprevisible imaginar una nueva fuerza política reorganizadora de programas y tendencias.

jleon@elcomercio.org

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