Iván Duque acaba de asumir el poder como presidente de Colombia. De acuerdo a la Constitución, permanecerá en la Casa de Nariño por 4 años, teniendo frente a sí una serie de desafíos realmente complejos en materia política, seguridad, económica y social.
Pese a que anteriormente se desempeñó como congresista y ha estado cercano de los círculos tradicionales del poder, en muchos otros aspectos su juventud y falta de experiencia le puede pasar factura. A sus 42 años, Duque es uno de los mandatarios más jóvenes que ha tenido Colombia.
Por otro lado, el hecho de haber llegado al poder apadrinado por el ex presidente Álvaro Uribe se puede convertir a la larga en una gran dificultad ya que le va a restar margen de maniobra y acaso le impida avanzar de manera autónoma en la cristalización de su plan de gobierno. El escenario de un posible rompimiento con Uribe es plausible ya que el ex presidente va a querer imponer su criterio principalmente en temas vinculados al proceso de paz.
La situación se puede complicar para Duque por la presión que va a tener en el Congreso no solo de las bancadas de la oposición sino principalmente de la coalición que le llevó al poder: su partido Centro Democrático y el Partido Liberal, así como de Cambio Radical, los conservadores y el Partido de la U.
Es decir, la mayor amenaza es la oposición interna. A esto hay que sumar que quien controla al partido Centro Democrático no es Duque sino Uribe. El mismo presidente del Congreso, Ernesto Macías, en el acto de posesión no solo que se extralimitó en sus palabras al criticar de manera inoportuna la gestión de Juan Manuel Santos sino que, de manera indirecta, quiso marcar estrictamente la cancha por donde deberá ir el gobierno de Duque. Es decir, maniatando al nuevo gobierno desde el mismo instante de iniciar su gestión. De ahí que hacer realidad su discurso de una política sin mermelada (sin prebendas) sea algo ilusorio.
Sin embargo, Duque empezó su mandato con ciertas decisiones que podrían evidenciar un cierto grado de autonomía. Los miembros de su gabinete no provienen de sectores radicales del uribismo. Tienen un carácter técnico. Bajo promedio de edad y alta participación de mujeres.
Habrá que ver, entonces, si esto va a facilitar el cumplimiento de su ambiciosa agenda: bajar impuestos y reactivar mucho más la economía; estimular la economía “naranja” o “creativa” (basada en la generación de riqueza a través del talento, conectividad y herencia cultural); mejorar los salarios de los trabajadores; promover varias reformas en la justicia, y; revisar los acuerdos de paz.
Sobre esto último se aprecia en Duque una posición hasta cierto punto un poco más moderada que en tiempos de campaña. Ha dicho que respetará los acuerdos de paz, lo cual es positivo, pero que esto no implique favorecer a los miembros de las FARC que cometieron graves delitos.