E l día de hoy se posesionan en todo el país las nuevas autoridades de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD).
Aunque se aplica desde el 2011 un nuevo esquema de distribución de las transferencias provenientes del Gobierno central, así como una nueva organización político-administrativa plasmada en la Constitución y en el Cootad, esto no ha implicado una mejora de las condiciones de vida de amplios sectores de la población.
A los problemas tradicionales como la deficiencia en la cobertura de los servicios públicos (agua potable, alcantarillado o manejo de residuos), se suman otros como los de movilidad, contaminación del medioambiente, inseguridad y crecimiento caótico de las ciudades.
Por lo tanto, la tarea que tienen las autoridades locales, especialmente los alcaldes, es grande y cada vez más demandante. Esto no solo implica ejecutar los planes de desarrollo y ordenamiento territorial (PDOT) sino poner en marcha un modelo de gestión, que incorpore los criterios de eficiencia, efectividad, transparencia y participación ciudadana.
Manejar hoy un Municipio no es lo mismo que antes: prestar servicios básicos, hacer un par de obras de infraestructura (el coliseo, el mercado o terminal terrestre) y hacer trabajo social a través de los patronatos.
Las acciones de las autoridades locales van mucho más allá. Tienen la obligación, de acuerdo con la Constitución y las normas subsidiarias, de coordinar la planificación con los diferentes niveles de gobierno, garantizar el desarrollo equilibrado de su territorio (generando igualdad de oportunidades, políticas de fomento de la producción y generación de empleo), acceso y calidad en la dotación de servicios públicos y, en suma, priorizar las potencialidades, capacidades y vocaciones que tiene cada localidad.
Para avanzar en esta dirección no se requiere necesariamente de ingentes recursos, porque hay GAD que ya los tienen.
Es preciso priorizar lo que se requiere hacer (partiendo de las necesidades definidas en los PDOT y la priorización de acciones que la misma ciudadanía lo ha hecho en espacios como los consejos de planificación) y ejecutar un modelo de gestión por resultados.
Hoy en día se hace indispensable que el desempeño de una autoridad se haga en función del cumplimiento de resultados, metas y objetivos.
La ejecución pura y simple de un presupuesto, el ejercicio de ciertas competencias, la prestación de servicios o la realización de obras no es garantía de nada.
Hay que ir más allá. Eso significa asumir desde lo local el compromiso de profundizar la democracia, potenciar el desarrollo y mejorar la calidad de vida de la población. Como decía antes, no es un asunto de recursos sino de capacidad de gestión, apoyo técnico, claridad de ideas y liderazgo.
Ojalá que lo dicho sirva como insumo para las autoridades locales que desde hoy entran en funciones.