El cantautor Silvio Rodríguez me ha hecho una pregunta públicamente. Se la voy a responder. Es un magnífico y admirado compositor al que debe tomársele en cuenta. Dice Silvio: “Si los miles de cubanos que perdimos familia en atentados de la CIA hiciéramos una carta denuncia ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?”. La pregunta forma parte de lo que parece ser un poema o la letra de una canción inédita. El texto se titula ‘Preguntas de un trovador que sueña’ y está disponible en un website llamado kaosenlared.net, vertedero ideológico en el que es posible leer elogios a los narcoterroristas de las FARC o a los asesinos de ETA, pero donde, de vez en cuando, aparecen críticas lúcidas a la dictadura cubana.
Por supuesto, Silvio: yo firmaría esa denuncia. La CIA, como todos los servicios de inteligencia, ha hecho cosas deplorables que merecen ser censuradas. Y las ha hecho el ejército estadounidense cuando maltrató cruelmente a los prisioneros. Y las sigue haciendo el Departamento de Justicia de EE.UU., y hasta la Corte Suprema, cuando priva a ciertos detenidos del amparo de la Ley. Todo eso, incluida la pena de muerte, me parece abominable y contrario a un verdadero Estado de Derecho en el que se respeten las libertades individuales.
Ahora, Silvio, me toca preguntarte: ¿firmarías una carta en la que se denunciaran los atropellos a los presos políticos y a las Damas de Blanco? Una carta respetuosa con Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas y todo aquel dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano. Una carta en la que se condenaran la censura y el partido único. Una carta que les diga a los Castro que 51 años son demasiados para continuar imponiendo un sistema fallido y cruel en el que ya casi nadie cree, comenzando por ti, Silvio, y por tu hijo ‘Silvito’, músico a quien apodan ‘El Libre’ para diferenciarlos, porque ‘Silvito’ decidió cantar lo que piensa.
Voy a contestar por ti, Silvio: yo creo que la firmarías. Y creo que la firmaría el 90% de los cubanos, hartos ya de esa vieja dictadura de difuntos y flores.
Hace poco declaraste que a la palabra “revolución” hay que quitarle la “r” para comenzar a evolucionar. De acuerdo. ¿Cómo se hace ese prodigio? Vaciando las cárceles de presos políticos, permitiendo la libre expresión de las ideas y la asociación espontánea y sin coacciones de las personas. No se trata de determinar ahora hacia dónde debe ir el país. Lo que se impone en este momento es abrir los cauces de participación para que los propios cubanos decidan democráticamente el rumbo que debe seguirse. Después, poco a poco, sin violencia, sin revanchas, pacíficamente, elección tras elección, las piezas irán cayendo en su lugar hasta que salgamos de la etapa actual y la sociedad, si así lo decide libremente, redefina el Estado y el perfil de la convivencia.
¿Hacemos esa carta juntos? Atrévete.