Es de varones rectificar, eso hizo el diputado Virgilio Hernández después del lamentable incidente con Cynthia Viteri en ese salón que genera rabiosas disputas entre los políticos.
“Yo no dudo de todos los méritos de la doctora (Leonor) Jiménez (la magistrada que es madre de la diputada), yo no dudo de su honradez y de su capacidad”, se retractó el legislador en una entrevista con Radio Majestad.
Valía la pena la aclaración, porque la legisladora Viteri le increpó a Virgilio en la cara que doña Leonor, que aún vive en una de esas casas fabricadas por el IESS, no tembló para sentenciar contra un ex diputado socialcristiano y también contra Febres Cordero.
Los políticos deben bajar el tono de la beligerancia verbal, especialmente en esta época preelectoral, que tiene a muchos desesperados porque aparentemente los cálculos no están resultando como esperaban.
En política se puede discrepar o consensuar, lo importante es que las ideas se expongan con absoluta libertad, con respeto. Hay una frase que comúnmente es atribuida a Voltaire que dice: “Estoy en desacuerdo con tus ideas, pero defiendo tu sagrado derecho a expresarlas”.
Los políticos deberían grabar esta frase con letras destacadas, pegarlas sobre la cabecera de su cama o en sus escritorios. Evitaríamos tener que escuchar cada cierto tiempo tanta sandez.
El problema comienza cuando las divergencias brotan. ¿Es mala acaso la discrepancia? No. Es la esencia de una sociedad democrática, lo contrario es el totalitarismo, que no admite más que un pensamiento.
Cynthia Viteri no ha sido la única mujer denostada. Comenzaron innecesariamente con doña Betty Amores, un ejemplo de lucha y tenacidad política, siguieron con María P. Romo, contradictora por excelencia. Y parece que seguirán.
No se ve con firmeza a los movimientos feministas protestar por los insultos, se aprecia una relativa anomia. Pero nunca es tarde para reaccionar, para pedir que las pasiones políticas bajen de tono, que se respete a las mujeres.
No hay que olvidar que, por cada mujer insultada hay una madre, una hija, una esposa. ¿Dónde quedó la campaña contra el machismo? Hay mujeres que han ofrendado sus vidas por los ideales libertarios. Que los políticos se maten por sus intereses, allá ellos, pero duelen los insultos a las mujeres.
Acuérdense de Matilde Hidalgo, la lojana que se convirtió en la primera mujer en ingresar a estudiar a una facultad de Medicina y, además, la primera en ejercer su derecho al voto, no solo en Ecuador sino en Latinoamérica.
Doña Matilde sufrió denuestos. El machismo fue el gran causante para que Rosalía Arteaga no pudiera ejercer su legítimo derecho a ser Presidenta tras el abandono del poder de Bucaram. Reacciona Ecuador, el machismo es odioso y perverso.