Menciona Moreno Yánez que, en uno de los levantamientos de las comunidades de la provincia del Chimborazo, al profesor de primeras letras le cortaron la mano derecha con la que a sus alumnos les enseñaba a escribir. Era el “Mito de la Escuela”, por la cual los indígenas de toda la región andina se resistían a someterse a la educación elemental que se les ofrecía, considerada como un elemento de dominación.
Debieron transcurrir siglos para que los indígenas comprendieran que tan solo la educación les permitiría ser libres, competir en igualdad de condiciones con los blancos y con quienes no vestían como indios, los mestizos, según Jaramillo Alvarado. De ahí mi entusiasmo cuando a mi cátedra de la Universidad Central del Ecuador llegaban cada vez en mayor número estudiantes con apellidos indígenas y unos pocos, por lo general otavaleños, vestidos con sus trajes ancestrales. Entre todos ellos descubrí que eran contados los que hablaban quichua, y ante mi asombro no sabían lo que significaban sus apellidos como Guamán o Paucar o Inga. Devastador el proceso de aculturación que habían soportado por generaciones. Pero, ¡habían resistido! Se aprestaban, con la educación, a participar en todos los campos del quehacer nacional, en igualdad de condiciones. ¡Y lo estaban logrando! Mucho antes de la predicción de don Juan Montalvo. Médicos, jueces y magistrados, ingenieros, militares, educadores, científicos, diplomáticos, atletas, gerentes de empresas, héroes nacionales, embajadores, etc. con apellidos aborígenes. Todos, ¡ecuatorianos! Hay algo más: en los concursos de belleza en los que ya intervienen jovencitas indígenas como Micaela Lema, Yadira Chuquin, Taira Chalan, Erika Chango y otras, se las ve con una gracia, un donaire y una dignidad fuera de lo común.A un pueblo así, todos en el plan de superarse, todos empeñados en salir del subdesarrollo, cómo es posible que se piense en Jaime Vargas como candidato a la Presidencia de la República, si sus pocas luces no le dieron para percatarse que en la revuelta de octubre pasado fue una suerte de monigote tras el cual actuaban, encapuchados, asalariados de los narcos y de agentes de revoluciones fallidas. No, ya no estamos, pese a que nos duela, como para perder el tiempo aprendiendo quichua. Si nos hemos propuesto salir del subdesarrollo debemos exigirnos una educación de altos estándares.
Yo no se qué pensar del Yacu Pérez. Una de sus propuestas al país: ¡el libre ingreso a las universidades! Enemigo de la minería a gran escala. Desde luego que las fuentes de agua para uso de las poblaciones deben ser intocables. Lo que sorprende es que no se haya percatado que la minería ha sido el oxígeno para las economías de Chile, Bolivia y Perú. A todos nos corresponde, en este nuestro momento, resistirnos a tanto desatino.