Recordar las calamidades ajenas – como las del Brexit – como un método antidepresivo puede ser tentador y potencialmente satisfactorio a corto plazo. Obviamente no logra curar las patologías propias, en el mejor de los casos transmitirá un dulce sentimiento al electorado ecuatoriano de saber que no somos – ni remotamente – los únicos que han sido engañados con un discurso populista. Puede ser reconfortante pero no es el ejercicio que propongo. Gran Bretaña está ahora sumida en una espiral descendente mucho más agresiva y rápida que lo predicho por los analistas. El electorado inglés ya se lamenta de su decisión (“Voté por el Brexit, pero ahora me arrepiento del terrible caos que desencadené”, escribe la prestigiosa abogada Ayesha Vardag, en un sentido mea culpa publicado en el diario The Telegraph).
El espiral ecuatoriano es también agresivo, pero el electorado todavía no parece hacer su mea culpa. Repasemos entonces las calamidades del Brexit para sacar una moraleja en contra de escuchar los cantos populistas.
Para empezar era predecible que el Brexit afecte la moneda. Pero no se esperaba que la libra esterlina, cuya fortaleza era un orgullo nacional, vea su valor caer al mínimo desde 1985.
Otra sorpresa tremenda ha sido el volumen del éxodo de compañías saliendo de Gran Bretaña. Toyota ya anunció que no puede preferir el reducido mercado británico al lado del europeo.
Mis antiguos compañeros parisinos me comentan que solamente la firma donde yo colaboré gestiona el traspaso de 18 empresas inglesas a territorio francés. Eso hace una sola firma de las múltiples que hay en Francia, siendo ese apenas uno de los 27 países que ahora abren sus brazos a las empresas náufragas.
Pero posiblemente el efecto más asombroso sea la salida de los hedge funds, que en Londres gestionan activos por 400 mil millones de dólares. Estos fondos operan gracias a la falta de regulación de los mercados financieros.
El Brexit se vendió en gran medida como una escapatoria de la asfixiante regulación de la Unión Europea e incluso se financió con el fin de fortalecer este tipo de industrias.
Pues esta semana el Financial Times reporta que también hay una salida importante de Hedge Funds de Londres.
Es sorprendente – por no decir tragicómico – hacer un paralelismo entre el comportamiento de los populistas británicos y ecuatorianos. Los dos grandes promotores del Brexit, Nigel Farage y Boris Johnson, abandonaron el barco apenas se percibió el cataclismo. El primero, sin acabar de festejar su victoria, decidió desentenderse de la política y declaró su renuncia al partido que lideró la iniciativa, el UKIP. El segundo rápida y públicamente se alejó del puesto de primer ministro. El nuestro se irá cómodamente a Bélgica. Las calamidades que las limpien otros.
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