La necesidad de reformar las normas electorales es indiscutible. Mañosería y novelerías desfiguran los procesos desde hace años. Revisar la configuración de distritos, aprobada para manipular, es necesario.
Ni en las Mesas de Diálogo ni en los proyectos que se tramitan, se trata la propuesta de regresar a la renovación parcial de los cuerpos colegiados, cuya restitución es indispensable. Los elegidos para la Asamblea y los Concejos municipales durarían cuatro años en sus funciones y serían renovados, por mayorías y minorías, alternativamente, cada dos años. Hay que establecer un régimen especial para el caso de la primera renovación, luego de la cual el procedimiento se aplica automáticamente.
La renovación parcial mantiene en el cuerpo colegiado el conocimiento y los antecedentes para que la tarea no solo no se interrumpa, sino que no desaparezca, cuando cada cuatro años, como es ahora, los elegidos refundan el país, ignorando todo lo que había y botando a la basura proyectos, estudios y obras que nunca se terminan. El complejo fundacional de la política ecuatoriana tiene en esta práctica el mejor caldo de cultivo. Nada sirve, todo se inventa y crea. Y esa práctica tiene costos económicos, sociales y políticos. Ningún gobierno, por malo que sea, hace todo mal y es obligación de los gobernantes concluir las obras y los proyectos y mejorarlos, y no ignorarlos como sucede con tanta frecuencia. Una de las razones principales del atraso del país es la ausencia de Políticas de Estado que trasciendan a los gobiernos y a las circunstanciales administraciones. Y una de las razones principales para que eso suceda es que en cada elección se cambia todo. No hay continuidad elemental porque no hay quien conozca lo que está en marcha y tampoco hay quien lo defienda.
La elección de medio período cumple también el papel, necesario, de reflejar los cambios políticos ocurridos desde la anterior elección y refresca el ambiente político. Hay que evitar que a los asambleístas les detesten, o desprecien, salvo pocas excepciones, en un proceso de desprestigio que se repite en todas las legislaturas.
La renovación parcial es una combinación adecuada de renovación y continuidad, aprovechando la experiencia.
La aplicación del método d’Hondt tiene ventajas y desventajas y no es tan claro que deba sustituirse privilegiando a las minorías. Los gobernantes requieren de respaldo legislativo y una manera de evitar el atropello que se produce por las mayorías es introduciendo una reforma que obligue la representación de las minorías, haciendo imposible que una sola lista se adjudique todos los escaños, como puede suceder ahora. La proliferación de minorías dificulta hasta límites extremos la gobernabilidad, posibilita el chantaje a los gobiernos y alienta la corrupción. Asegurar la representación de las minorías no debe implicar que sean éstas las que manden, impidiendo la gobernabilidad y alentando la corrupción.