Relatoría bajo fuego

La Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos sería como las habituales, si no fuera por un hecho muy peligroso: el intento de debilitar de manera grave la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE), cuyo mandato es la promoción, protección y defensa de un derecho consustancial con la democracia.

Todo comenzó el año pasado. Un grupo de funcionarios estatales elaboró un documento para “fortalecer” el sistema interamericano de derechos humanos. Su redacción, impulsada por Ecuador, prendió una luz de alerta porque transformaría a la RELE en una oficina burocrática sin las luces y los brillos de los últimos años. Cuando, a comienzos de este año, ese documento se discutió en el Consejo Permanente de la OEA, hubo países como Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Panamá, Uruguay y EE.UU. que decididamente expresaron la importancia de respetar la independencia y autonomía de la CIDH y la RELE. Pero la historia siguió.

Las propuestas de quienes siguen a Ecuador para “fortalecer” el sistema interamericano de protección de derechos humanos apuntan a lo contrario. La RELE ya no podría publicar un informe anual propio donde se denuncian violaciones a la libertad de expresión y separado del informe de la CIDH. Es decir, se pretende “fortalecer” impidiendo que se publique un informe que lleva más de una década. En lugar de pedir más informes especiales, se pide que uno desaparezca. Asimismo, se argumentó que se “fortalecería” el sistema interamericano si la RELE no tuviera los recursos que hoy tiene para dar paso a una distribución balanceada entre las otras relatorías de la CIDH. En lugar de más relatorías bien financiadas, se propone que la RELE, cuya eficacia ha sido demostrada, no tenga los recursos que necesita. Opera exclusivamente gracias a contribuciones de estados europeos y de nuestro continente, que, es de desatacar, nunca suspendieron su apoyo por estar en desacuerdo con el trabajo de la RELE. El presupuesto operativo en términos comparativos y teniendo en consideración que es una oficina que debe atender necesidades de todo el continente, es llamativamente bajo. Las recepciones y cenas que se organizan durante la Asamblea general posiblemente se acerquen a cubrir parte de los gastos de la RELE.

Debemos estar atentos al papel de países como Brasil, Colombia y México. Afortunadamente, a otros países del hemisferio, estos intentos de grave debilitamiento (y no de “fortalecimiento”) no los ha tomado distraídos y han demostrado estar dispuestos a detenerlo. Ojalá que así sea.

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