La opinión mundial está sorprendida y dolida al contemplar el éxodo interminable de venezolanos de toda condición económica y social que se ven obligados a abandonar su país, sus hogares y familias en desesperada búsqueda de trabajos remunerados que les garanticen una subsistencia digna, en otros lares. Son columnas interminables de corazones dolidos por lo que dejan y de espíritus anhelosos de conseguir estabilidad, libertad y alimentos. En la siempre rica y petrolera Venezuela, su gobierno ha dilapidado recursos y toda la riqueza histórica se ha transformado en necesidad, pobreza y hambruna. Diariamente se repite la escena de madres e infantes que buscan, famélicos, residuos de alimentos en los tarros de basura y de valiosos profesionales que emigran angustiados a un futuro dudoso que, aunque incierto, supera a las circunstancias de injusticia y carencias que hoy son características de su patria.
Los derechos humanos han sido avasallados, el mundo reclama, pero incomprensiblemente la cancillería ecuatoriana se solidariza públicamente con el gobierno que origina este escarnio. ¡Vergüenza nacional!
A cinco años de que Julian Assange, el pirata informático, buscara refugio en la embajada ecuatoriana en Londres, el nuevo gobierno, a través de su canciller, ratificó el asilo político y le concedió la nacionalidad ecuatoriana en franco desafío a las justicias británica, sueca y norteamericana, en un “ acto humanitario” altamente costoso y perjudicial para el Ecuador. ¡Qué vergüenza!
En enero del 2015 se produjo un intercambio de notas escritas entre la misión diplomática ecuatoriana ante la ONU en Nueva York y la correspondiente misión hondureña. En ellas, Honduras se comprometió a apoyar con su voto la nominación del candidato ecuatoriano como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Ecuador ofreció votar por el candidato hondureño para la presidencia de la Asamblea General de la ONU, cuando se concrete esa elección. Se cumplió la primera parte del acuerdo; pero cuando se acerca la segunda, nuestra canciller incumple la palabra empeñada y vergonzosamente se presenta ella como candidata a la presidencia de la mencionada organización internacional.
Con mucha razón Honduras pide al Ecuador retirar esa candidatura con este razonamiento:
“ Lamento que el gobierno ecuatoriano haya decidido no honrar su propia propuesta, habiendo ya cumplido mi gobierno su compromiso con relación a la elección de Patricio Pazmiño como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”
Ese retiro no se produce, pese al compromiso previo. ¡Qué vergüenza!
¿Qué decir de la ignominiosa escultura del cuestionado Ernesto Kishner, en el edificio de Unasur, en la mitad del mundo? ¿Se la mantiene como ejemplo de cirujano mayor en la extirpación de la corrupción?
¡Qué diplomacia! ¡Qué vergüenza! ¿Hasta cuándo?