El Partido Revolucionario Institucional (PRI) vuelve al poder. Aunque el Instituto Federal Electoral (IFE) todavía no ha terminado el conteo de votos, el candidato del PRI es el nuevo presidente de México. Enrique Peña Nieto tendría el 31,89%, frente al 31,85% de Andrés Manuel López Obrador (PRD) y el 25,46% de la oficialista Josefina Vásquez Mota (PAN).
Tras 12 años de estar en la oposición, el PRI se ha hecho de la presidencia de México, de la mano de un joven pero a la vez experimentado político. Peña Nieto viene de una familia con larga tradición partidaria. Milita en el PRI desde los 18 años. Ha sido diputado y gobernador del estado de México.
Aunque Peña Nieto se presentó a estas elecciones con una imagen renovada y de cambio, hay la expectativa de que a la final pueda reproducir los vicios de la vieja política priista. Corrupción, clientelismo, ausencia de controles horizontales y acciones tendientes a eternizarse en el poder. Un indicador poco optimista es el equipo que rodea al flamante Presidente de México. Aunque ha incorporado nuevas caras, en su mayoría economistas ortodoxos, el resto de futuros colaboradores pertenecen al viejo PRI.
El movimiento estudiantil universitario #YoSoy132 ha puesto el dedo en la llaga. Con el fin de promover un voto crítico han puesto en la palestra de la opinión pública lo que ellos consideran como “manipulación informativa” a partir de la relación de Peña Nieto y el PRI con los grandes medios, particularmente Televisa. Con estos antecedentes, Enrique Peña Nieto ha confirmado ante la prensa que no habrá vuelta atrás. “El PRI de hace 12 años incurrió en errores y malas prácticas. Vamos ahora a honrar esta oportunidad con resultados. La prioridad será la lucha contra violencia y la pobreza”.
Los retos que tiene ahora Peña Nieto son grandes. En los últimos 6 años han muerto cerca de 50 mil personas producto de la guerra entre carteles de la droga. Esto no será fácil ya que el narcotráfico ha permeado a buena parte de las instituciones y amplios sectores de la sociedad mexicana.
En cuanto al combate a la pobreza, eso no se logrará con acciones tibias sino con un cambio de modelo que implique en primer lugar la generación de empleo pero también el impulso de políticas sociales que, como en el caso de Brasil, permitan rescatar a amplios sectores sociales de la marginalidad. Esto debe ir acompañado de acciones tendientes a buscar una mejor redistribución de la riqueza. Si algo llama la atención de México, más allá de sus hermosos lugares turísticos, sus museos, arquitectura, comida, música y cordialidad de su gente, son las enormes inequidades sociales. Veamos si lo propuesto por Peña Nieto es más que un simple ofrecimiento de campaña.