¿Regreso del correísmo?

Recordarán cómo, muchos que se cuelgan el cartel de defensores de derechos humanos, callaban ante los abusos que cometía el gobierno de la “revolución ciudadana” y, ante las muchas contradicciones. Supuestamente se favorecía la participación, los derechos, la transparencia y la democracia, cuando la acción política era autoritaria, opaca, con una democracia plebiscitaria con ventajas indebidas. El silencio ante las contradicciones se explicaba como una defensa del “proyecto”, como no “hacerle juego a la derecha” y no poner en riesgo lo “bueno” de la Constitución de Montecristi.

De cara a las próximas elecciones esa corriente política mantiene apoyos, no solo entre quienes usufructuaron de su cercanía al poder, además de quienes sí fueron beneficiaros de ciertas políticas públicas, además está del recuerdo de una época de mayor estabilidad, de servicios que funcionaban mejor; porque es posible defender valores democráticos como la separación de poderes, los derechos, las libertades y la transparencia, sin un correlato en una mejor calidad de vida parece una invocación vacía, una defensa en abstracto de valores que chocan con cuestiones prácticas porque muchos se sentían más seguros, en mejores condiciones y con un mayor número de necesidades satisfechas antes de este Gobierno. No decir esto, no reconocerlo, es callar de forma cómplice. Es un hecho, estábamos endeudados cuando Moreno llegó; que no se contaba con los recursos de un petróleo a precios récord, que desató un exagerado y dispendioso gasto público para sostener la maquinaria del populismo y financiar la corrupción de los “ajustes de precio”, de los contratos de emergencia y de los acuerdos entre privados. Es verdad que el nuevo régimen recibió esta herencia, junto con el autoritarismo. Pero todo ha empeorado por obra de la incompetencia, de las medidas tardías, de la nueva y la vieja corrupción y, finalmente, de un virus que desnudo y agravó todo.

En todos los niveles se puede sentir el deterioro, un deterioro que no sólo se relaciona con la carencia de recursos económicos porque, aunque existen funcionarios públicos que trabajan de forma denodada y honesta, acaban siendo islas en un océano de ineptitud, heredada en parte.

Mientras tanto, asistimos perplejos al derrumbe del Estado en su conjunto, no solo del gobierno central que siempre parece superado por las circunstancias (allí están los temas de seguridad, salud, servicios, etc.), además de muchos gobiernos locales que enfrenta problemas serios.

Repito, mucho de lo que sucede puede ser explicado por la falta de recursos que se agravó por la crisis de octubre del año pasado y particularmente por la pandemia, pero esa no es la causa única. Al final del día, parecería que lo único positivo del actual régimen es haber dejado el autoritarismo atrás, pero no podemos callar frente a esos muchos errores, porque el autoritarismo pugna por regresar y se abre espacio en medio de una crisis multidimensional de la que ellos son corresponsables.