En los últimos tiempos se ha mencionado el Estado fallido, a propósito del bloqueo que sufrió el país durante 18 días, por la convocatoria a un paro nacional que significó una situación de hecho -invocada como resistencia-, que devino en graves enfrentamientos con la fuerza pública, y la declaratoria de estados de excepción, según la norma constitucional vigente. Si bien se mantuvo el estado de derecho, los 10 puntos firmados en el acuerdo mediado por la Iglesia, constituyeron no solo importantes erogaciones no presupuestadas por el gobierno, sino la pérdida de la maltrecha institucionalidad.
El Estado fallido es -en un sentido amplio- aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos de la población, y se mide el fracaso de un Estado por corrupción política, el narcotráfico, el terrorismo y la ineficacia judicial. Algunos expertos hablan no de Estados fallidos, sino de gobiernos fallidos y sociedades fallidas.
En un contexto amplio, los Estados fallidos son considerados amenazas globales, que inciden en situaciones regionales y locales, o viceversa, por dos factores esenciales: las situaciones de ilegalidad por falta de controles efectivos del Estado, y el fenómeno de los refugiados que huyen de países de origen fallidos, por causa de fenómenos naturales, económicos y políticos.
Los conflictos civiles del Ecuador, originados por demandas sociales y económicas, con un fuerte componente étnico, han sido caldo de cultivo de una violencia anarquista, que intentó desconocer o desacreditar la autoridad estatal, las disposiciones constitucionales y legales vigentes, con la aparición de poderes fácticos que rivalizaron el uso de la fuerza con el propio Estado y una perversa misión: la impunidad mediante amnistías.
Esta fragilidad estatal es grave, en la terminología de Max Weber, quien reconoce la incapacidad de ciertos Estados de mantener el monopolio del uso legítimo de la fuerza. Estas reflexiones son necesarias para buscar, de manera conjunta, espacios denegociación y gobernabilidad. ¿Un gran debate nacional?