¡Reflexiones!

Regreso de Manizales. Una ciudad colombiana fundada en la cima de una montaña, cuando un grupo de antioqueños decidieron separarse de su Departamento y a punta de hacha, machete y deseos de libertad, llamado El Grupo de los Fundadores y establecerse en este “Nido de Águilas”, entre riscos valles y montañas apretadas, desafiando la naturaleza, contra viento y marea, incendios, terremotos, amenazas del volcán del Ruiz siempre en actividad, derrumbes, vientos huracanados y desastres. Lo lograron.

Actualmente Manizales es una de las ciudades más pujantes de Colombia, pero lo que más la diferencia del resto de otras capitales, es el orgullo por su tierra, la solidaridad de sus habitantes, la preservación de las tradiciones y el calor humano y amabilidad de su gente.

Traigo este tema, porque Manizales me recuerda al Quito de hace unos años. Su semana de Feria y festividades, con festivales de música, exposiciones internacionales de artesanía, desfiles de carrozas, reinado de belleza, algarabía, alegría y movimiento, giran en torno a la Fiesta Brava .

Más de 60 años de tradición, convierten este espectáculo en el eje de su Feria. Comerciantes, vendedores de sombreros, de alimentos, de botas, paraguas, ponchos, artesanías, restaurantes comederos callejeros, venden y vibran porque existen los toros. Trabajan todo el año para este evento. Cientos de familias subsisten de forma digna porque saben que una semana al año sus productos serán conocidos, comprados y consumidos por los miles de aficionados que copan hoteles, restaurantes y hostales para asistir a una de las temporadas taurinas más importantes de América. Impera el respeto por la tradición taurina. Los contradictores de la Fiesta Brava no agreden ni producen desmanes. Impera el orden. Impera el sentimiento de solidaridad y de apoyo al empleo y trabajo de la comunidad.

Quito, desafortunadamente, a causa de un expresidente dictatorial y resentido que manipuló un referendo con ambiciones políticas y lleno de entuertos, acabó de un hachazo tajante e irracional con una de las tradiciones más antiguas de su ciudad, que como Manizales, vibraba de alegría, música, ventas y empleo en sus festividades, cuyo eje era la temporada de toros, la más importante en su época. Iñaquito se vestía de colores y olés y toda la ciudad de contagiaba.

Ahora las Fiestas de Quito no convocan los miles de turistas que aprovechaban la tauromaquia para conocer esa ciudad maravillosa y amarla. Ya los pequeños comerciantes se quedaron sin empleo. Ya la ciudad no vibra con el Chulla Quiteño ni de las gargantas salen las voces emocionadas del ¡Vivaaa Quitoooo!... Todo quedo en grises y sombras. Este contraste me golpeó el alma. Porque Quito vibraba, como sigue vibrando Manizales. Y se apagó. Ojalá que el Presidente Lenin Moreno logre devolverle a Quito su alegría contagiosa devolviéndole a Iñaquito su razón de ser .Cientos de seres humanos se quedaron sin empleo y hoteles y restaurantes vacíos y lánguidos... No es tan difícil la tarea .Quito se lo agradecerá señor Presidente .Piénselo !

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