Para bautizarla se eligió un nombre grandilocuente, “La Refinería del Pacífico”, porque se aseguraba que estaba predestinada a ser la refinería más grande del Océano Pacífico.
Para construirla se escogió una idílica zona rural de Manabí denominada El Aromo; la cual contenía un bosque húmedo que solía dar abrigo a más de 100 especies de animales nativos, a 40 clases de aves, a 152 tipos de flora y albergaba a una de las pocas fuentes de agua dulce con las que contaba esa región.
En su edificación ya se han dado dos importantes pasos: primero, en el 2008 se colocó su ‘primera piedra’; y, segundo, se ha desbrozado totalmente la exótica vegetación que cobijaba El Aromo.
La desaparición de la riqueza ecológica de El Aromo y los USD 1 503 millones que el gobierno gastó en convertirlo en un pedazo de tierra desértica; generan una inmensa pérdida que nunca podrá ser recuperada. Sin embargo, asumida esa pérdida, es una obligación ineludible del nuevo gobierno –aunque casi todos sus funcionarios sean los mismos de antes- evitar que esa pérdida se multiplique.
Para hacerlo se requiere calcular, sin ambages y sin matices, los gastos totales de inversión y compararlos con los ingresos esperados. Esos gastos han sido estimados por el gobierno en USD 15 000 millones, necesarios para que la refinería sea capaz de procesar 300 000 barriles de petróleo cada día y convertirlos en gasolina, diesel, benceno y otros derivados; cumplido lo cual sus ingresos en términos netos serán de USD 2 700 millones cada año.
Desde luego, todos esos datos y los que siguen, han sido calculados en valor presente y a precios actuales.
Por otro lado, asumamos con optimismo que logramos obtener un préstamo que cubra en un 100% toda la inversión; incluyendo 6 años de gracia y 16 años de plazo. Así como un préstamo colateral para pagar los intereses del préstamo principal a lo largo de esos 6 primeros años en los que la refinería aún no produce.
Con esas condiciones óptimas y aplicando un interés del 8% anual, que es el promedio pagado en los préstamos que nos han concedido en los últimos años, tenemos el siguiente panorama: un préstamo colateral inicial para pago de intereses de USD 7 200 millones y el préstamo principal de USD 15 000 millones; ambos tendrían que empezar a pagarse desde el 2024 en cuotas anuales de USD 3 308 millones hasta el año 2034.
Es decir, incluso bajo esas óptimas condiciones de financiamiento, los ingresos calculados por el gobierno en USD 2 700 millones anuales, son muy inferiores a los USD 3 308 millones requeridos anualmente para amortizar y pagar los intereses del nuevo préstamo. Persistir en ensamblar la pomposa “Refinería del Pacífico”, sería eternizar lo absurdo.