Donde se pone el dedo salta pus. Los proyectos energéticos como la Refinería del Pacífico o la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas terminaron siendo monumentos de corrupción. Entre ambos la estafa supera los USD 3.500 millones. La sede del frente social y la del área económica, el elefante blanco del edificio de la Unasur, la infraestructura de Yachay, las vías que conectan la frontera con la nada, el uso de las aeronaves presidenciales en destinos no programados y propósitos aún no descubiertos, los señores que se comen los cheques, la compra de ambulancias en condiciones sospechosas así como la compra de helicópteros sin ninguna base técnica, son unas poquísimas muestras de la podredumbre de la década pasada. Probablemente lo más costoso y dañino, porque la plata en la vida va y viene, es la quiebra de la institucionalidad del país, el fomento de la lucha de clases y la consiguiente desunión entre ecuatorianos, el deterioro de la imagen internacional, el severo debilitamiento de la democracia y la profunda afectación a los sanos principios de los derechos humanos. Esas pérdidas no se pueden cuantificar, pero son sin duda la peor carga de ese nefasto período dictatorial de la mal llamada Revolución Ciudadana.
Por esto indigna que sigan existiendo defensores de ese gobierno, algunos, con actuaciones tan llenas de cinismo como sostener la “gran obra” desarrollada por el ex Presidente. ¿A qué nivel puede llegar el fanatismo o hasta donde puede crecer el populismo?
La historia en algún momento podrá asignar de mejor forma el costo del gobierno de la década 2007-2017, sin embargo, si algo queda claro es que el impacto negativo en lo social, económico, legal y político, todavía no se puede avizorar con mayor exactitud por la magnitud del daño causado.
Lamentablemente 10 años en el gobierno, sin equilibrio de poderes, sin una justicia independiente ni entidades de control autónomas, con recursos en demasía y sin una oposición vigorosa, dio espacio para una siembra de raíces malignas que no se pueden desenterrar en plazo corto. En el sector público siguen enquistadas estructuras obedientes al régimen anterior, pues al haber lucrado hasta la saciedad en esos años añoran regresar. Impiden o restringen la capacidad de transparentar todo lo actuado. Parecería que buscan a cualquier costo que el Presidente Moreno fracase para dejar la vía libre para que regrese o se mantenga el negocio. Más se asemeja a la forma como opera la mafia. No tengo memoria de gobierno anterior alguno en el Ecuador que haya secuestrado gente. Aún permanecen en el actual gobierno algunos personajes de la anterior administración. Ojalá el Presidente tome urgente las decisiones que deba tomar en esta materia. No por acercarse ni a la derecha ni a la izquierda sino por un sano principio de limpiar el Estado.