Reelección: ¿Sí o No?

En la esquina noroccidental de Sudamérica se actualiza el debate si cabe o no la reelección presidencial. El recientemente reelecto presidente de Colombia propone una reforma constitucional prohibiéndola. Su contraparte en Ecuador, quien alguna vez manifestó una posición similar, propone hoy una reforma constitucional permitiendo la reelección consecutiva ad infinitum.

Hay consideraciones coyunturales para ambas posiciones: el expresidente Uribe sería fuerte candidato a un tercer período no consecutivo en 2018, y hoy Uribe y Santos son rivales. El presidente Correa tendría abierta la opción, si así lo quisiera y contara con el favor popular, de ser presidente de por vida.
Creo que ambas son posiciones extremas.

El argumento a favor de la reelección consecutiva es que un solo período es muy corto para que un presidente pueda llevar adelante un programa complejo de gobierno dirigido a superar problemas estructurales. Si el electorado ve con favor lo realizado en un primer período, renueva el mandato.

Pero en los casos que se permite la reelección consecutiva, se tiende a limitar a una. Las principales excepciones son Robert Mugabe en Zimbabue, presidente desde 1987 (antes gobernaba como primer ministro) y Venezuela desde Chávez. Ahora plantean cambios similares Ortega en Nicaragua, Evo en Bolivia y Correa en Ecuador.

En EE.UU., Franklin Roosevelt fue electo presidente por cuatro períodos consecutivos, en parte para no cambiar de jefe de Estado durante la Guerra Mundial; falleció a poco de iniciado su cuarto período. A pesar de ser considerado uno de los mejores presidentes de EE.UU., de ahí en adelante se prohibió que los presidentes sirvan un tercer período.

La mayor parte de los países prohíben la reelección consecutiva, por considerar que otorga exceso de ventaja al presidente en funciones sobre su rival.

Una modalidad interesante fue la de México en la época de gloria del PRI: el Presidente tenía poderes casi omnímodos, pero solo duraba un período de 6 años. Lo cual parece suficiente para llevar a cabo un ambicioso proyecto de gobierno. China no es una democracia, pero el Partido Comunista recientemente ha optado por nombrar para un período de 10 años sin reelección a un secretario general que es además Presidente.

Es positivo que un presidente tenga los poderes y el tiempo para poner en práctica un plan de gobierno que incluya ambiciosas reformas. Pero con el paso del tiempo, la estrategia se agota y es necesario que venga un sucesor con una estrategia distinta, que conserve los éxitos del predecesor pero rectifique los excesos. Seis y ocho años bastan.

En el caso del Ecuador, en 2017 Rafael Correa habrá cumplido diez años en el poder. Hasta sus aliados de Pekín estarían de acuerdo que es suficiente.

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