Toques vivos y sostenidos de tambor. De México a la Argentina, de Ecuador al Brasil. Esa suerte de cruz, el espacio latinoamericano. No es para menos. El 6 del presente falleció mientras dormía, como para despertarse reintegrándose a la luz, nuestro amigo el ilustre científico norteamericano Prof. Dr. John B. Stanbury. Fue quien más contribuyó al estudio y control de los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY), obstáculos al empeño que ponían nuestros países para salir del subdesarrollo.
El Dr. Stanbury, gran figura de la academia, de méritos reconocidos por la exigente comunidad científica de su país. Centenares de publicaciones, incluidos libros de texto, como ‘Las Bases Metabólicas de las Enfermedades Hereditarias’, utilizados por generaciones de estudiantes. Graduado en la Escuela de Medicina de Harvard, profesor de dicha Universidad y del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en 1950 llegó a dirigir la Clínica de Tiroides del Hospital General de Massachusetts.
Visita las áreas rurales de Mendoza, Argentina, en las que el bocio y el cretinismo eran endémicos. Allí realiza, con equipos ‘artesanales’ diseñados por los ingenieros de Harvard, las primeras determinaciones sobre el funcionamiento de la tiroides por medio de la utilización del yodo radiactivo.
A partir de las observaciones en Mendoza y las que siguen por la geografía latinoamericana, el Dr. Stanbury llega a la conclusión de que los DDY van mucho más allá del bocio y del cretinismo, de los que apenas se sabe algo.
Lo procedente es ir conformando equipos de investigadores que utilicen las mismas definiciones, clasificaciones y tecnologías de punta, y se cuente con laboratorios de referencia. Interviene la OPS/OMS y se conforma el Grupo de Expertos en Bocio Endémico, dirigido por el Dr. Stanbury. La Clínica de Tiroides, escuela de formación de los endocrinólogos latinoamericanos que se habían propuesto estudiar los DDY en sus países, entre los que me cuento.
Se crean centros especializados, en Ecuador en la Escuela Politécnica Nacional (EPN). Una admirable producción científica, y ante tales evidencias la voluntad política no se hace esperar: se inician los programas de control de los DDY por medio de la sal yodada. Se crea el Consejo Internacional para el Control de los DDY que lo preside el Dr. Stanbury.
Como testimonio de una extraordinaria aventura científica, Stanbury publica el libro ‘The Iodine Trial. Exploring Iodine Deficiency and its Prevention around the World’ (Oxford University Press, 2008). Tanto en el prólogo escrito por L. DeGroot, como en el texto se destaca la contribución del equipo de investigadores de la EPN y de la Universidad Central del Ecuador.
Durante más de 40 años Stanbury fue mi maestro y el amigo leal que en más de una ocasión en foros internacionales hizo valer nuestras autorías.