Redoble por Jaime Chávez

La semana pasada, debió ser un día de esos grises y tristes de páramo, falleció el Dr. Jaime Chávez Estrella, figura destacada de la Cirugía del siglo XX quiteño. Con los cirujanos Carlos Bustamante, César Benítez, Augusto Bonilla y Jaime Chávez, y una nueva generación de pediatras y de clínicos, se inicia el prestigio indiscutible, dentro del contexto nacional, de la Medicina que se ejercía en la Capital de la República.

En este redoble de campanas caben las memorias de los testigos. Jaime Chávez y yo, amigos de toda la vida. Amistad inalterable, seguramente debido a que padecíamos de una cierta misantropía. “Antisociales integrales” según el decir de Franklin Tello, el Coco Tello, médico, que nos conocía pero no del todo. Con Jaime nos encontramos cuando nos matriculábamos en el Primer Año de Medicina de la U. Central. Por concurso de merecimientos fuimos admitidos 100 aspirantes. Jaime inició la conversación:-¿Con qué puesto pasaste? -Con el 67. -Yo con el 65. Te gané. Sonreímos y nos dimos la mano. Así sellamos una amistad eterna. Sí, espero encontrarle a mi amigo en la otra orilla.

A poco de graduarse, con la práctica de estudiante que no se perdía una para aprender a operar, el Dr. Jaime Chávez pasó a trabajar en los servicios médicos del IESS. Fue Jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Carlos Andrade Marín (CAM) de 1974 al 2006. En el CAM el Dr. Chávez trabajó a tiempo completo. A dedicación exclusiva, como que no se le ocurrió abrir una consulta particular. ¡Qué excepcional, mi amigo!

Chávez Estrella desde muy temprano se percató que no se trataba solo de saber operar. Las conductas quirúrgicas debían responder a razonamientos clínicos. Se imponía estudiar, leer, estar al tanto de los progresos clínico-quirúrgicos en el mundo. Un investigador científico el Dr. Chávez Estrella. Elaboró protocolos actualizados para sus pacientes operados de cáncer gástrico. Viajó al Japón para familiarizarse con las fronteras de aquel capítulo. Una casuística que incluía la evolución posquirúrgica comenzó a ser presentada en congresos nacionales e internacionales. Cuando se separó del IESS, su casuística de cáncer gástrico, llegaba a mil pacientes, con una morbi-mortalidad similar a la de los grandes centros de referencia mundial.

Según uno de sus discípulos, el Dr. Iván Cevallos, quien llegó a ser también Jefe de los Servicios Quirúrgicos del CAM, el Dr. Chávez Estrella era “áspero” y “mantenía distancias”, “Eso sí siempre de trato cortes, educado, con todos”. Según el mismo testigo: “Su carácter, la muerte de su madre, a quien amó más que a nadie, y la de su hija Mónica, cirujana, le llevaron, en los últimos años, a una vida de ermitaño”. No obstante, digo yo, como el gran señor que era sabía cumplir con su reducido mundo social.

rfierro@elcomercio.org

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