Leí en el diario electrónico La República una carta enviada por los hermanos de Arturo Jarrín, el dirigente más importante de Alfaro Vive Carajo (AVC). Comenzaré por aclarar que estos apuntes no pretenden expresar ningún juicio de valor respecto a las acciones de ese grupo en una determinada época del siglo XX. Así como la familia demanda respeto para la memoria de su hermano, quisiera que la lengua castellana de Cervantes sea mejor tratada, precisamente porque la carta citada apela a la semántica para definir algunos vocablos.
Un argumento más para que vean que no voy a calificar las actuaciones de Jarrín como líder de AVC. Primero, porque lo conocí en los años 1976 y 1977 cuando estudiaba sociología en la Universidad Central. Todos éramos idealistas, queríamos transformar el mundo y América Latina, gobernada entonces por sangrientos regímenes militares; incluso Ecuador se había sumado a esa corriente, aunque en niveles más moderados que los del Cono Sur, pero así como el pan no tiene otro nombre que pan, sí era una dictadura porque llegó al poder mediante un golpe de Estado.
Además de Arturo recuerdo a Mao, con quién conversé varias veces. El tiempo transcurrió, nunca más los volví a ver porque me cambié a estudiar Periodismo en la misma Universidad. Ya en el ejercicio de esta profesión me informaba de lo que a diario ocurría en el país, incluso como reportero muchas veces me tocó seguir algunos episodios trágicos como el secuestro de Enrique Echeverría, la desaparición de los hermanos Restrepo, etc.
En la carta que firma la familia de Arturo se protesta porque se usa la palabra robo, para lo cual se sugiere lo que ellos consideran más apropiado: “recuperación económica”. El diccionario de la lengua española no establece por ningún lado que estas dos palabras sean sinónimos. Todos conocemos lo que es un robo, pero veamos qué es una recuperación: “Acción y efecto de recuperar o examen que se realiza para aprobar la materia no aprobada”. También se señala en la carta que no se debe usar la palabra secuestro; aseguran que lo correcto es retención.
Según el mismo diccionario, las tres primeras acepciones son obvias como retener un sueldo, una marcha muy lenta de vehículos, lo cual provoca aglomeración, etc. Solo la última es algo diferente, pero tampoco serían sinónimos: “Dificultad fisiológica para eliminar líquidos en el organismo”. La primera vez que oí esta palabreja a una funcionaria no me causó ninguna reacción, simplemente lo tomé como un chiste similar a los de Maduro en Venezuela con los “millones y millonas, todos y todas, miembros y miembras” y una infinidad de barbaridades lingüísticas.
En resumen, el respeto a Arturo queda explicado, las acciones que las juzguen los jueces, mi único pedido es que se respete el significado de las palabras.