Si quiero buen trato, trato bien. Si pretendo respeto, lo practico. Si busco aprecio lo demuestro. La vida es un espejo donde nuestras acciones se reflejan devolviéndonos nuestra propia imagen luego de alimentarse de la energía y luz que hay entre ese objeto y nosotros. Es una especie de ley natural. Debo ser auténtica y dar lo que mejor puedo y esperar recibir lo que no tengo el compromiso de dar.
Siguiendo la línea de pensamiento en cuanto a las relaciones personales, entre amigos, familiares y colegas, en el mundo profesional, por ser altamente valorado, el trato también será recíproco. El empleador que pretende empleados de primera categoría, deberá él primero actuar así. Se logra honestidad siendo honesto, se cosecha trabajo siendo trabajador. Los déspotas, mal agradecidos y prepotentes crean ambientes de irrespeto, falta de motivación y mediocridad.
Debemos luchar por lograr lo positivo, aquello que nos permita crecer como seres únicos y comunidades, rechazando a aquellos que no respetan el valor innato individual.
De estas comunidades pequeñas, pero altamente representativas, pasamos a ámbitos de mayor cobertura que implican, además del respeto a normas internas que se dan en familias, círculos de amigos y empresas, a los de ciudades y países en donde también se refleja claramente la reciprocidad. Si queremos emigrantes respetados, debemos crear el ambiente para que esto suceda en Ecuador.
Aún no encuentro respuestas claras, además, seguramente habrán menos puntos en común que en los párrafos anteriores. Pretender un trato justo y equitativo para nuestros emigrantes, cumpliendo las leyes de inmigración, es deber. Hacerlo bajo los mismos parámetros para los inmigrantes, sin distinción de nacionalidad, significa habilitar leyes y tratados en el ámbito nacional para que no se conviertan en un problema y que no sean rechazados por la sociedad, como sucede con los compatriotas en otros Estados o países. Pretendemos no se den estos casos en el exterior, mientras aquí, en vez de pedir leyes y tratados, discriminamos a todo extranjero, porque quitan fuentes de trabajo, porque son amigos de lo ajeno, por ser diferentes culturalmente. Será que en otros lugares, ¿igual piensan de los ecuatorianos? Ser rebeldes y despreciar leyes y tratados de inmigración que permitan el orden en los países receptores es infantil, tanto para Ecuador como para todos los países que reciben a nuestros emigrantes. No discriminemos, porque seremos discriminados. Lo mismo que pretendemos para nuestros emigrantes: posibilidades justas y equitativas para cumplir un sueño en reciprocidad y como reflejo del pueblo que somos.