Cuando los precios de los commodities (materias primas) están altos pero no se reflejan en una mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos y habitantes el discurso hueco y populista encuentra cada vez menos eco. Esto lo decía uno que sabía de verdad mucho de ambas cosas: Juan Domingo Perón, cuando afirmaba que: “la única verdad es la realidad”. Podrán algunos gobernantes endilgar al pasado, a la prensa, corporaciones o países lo que les pasa pero si no logran entender el momento que viven en función de las responsabilidades que les fueron asignadas para gobernar, será solo una cuestión de tiempo cuando el castillo de naipes se desplome y no habrá pretextos de los que tomarse para aminorar el golpe.
Somos el subcontinente más violento del planeta tanto que en África dicen que se está“latinoamericanizando” un país cuando las cifras comienzan a incrementarse. Solo en Brasil se dan más de 50 mil crímenes al año. Es de lejos el país más violento de esta parte del mundo muy por delante de Colombia o México que tienen peor prensa que los brasileños. Los niveles de inequidad también son superiores a los de África con los que anteriormente nos comparábamos para darnos ánimo o para evitar terminar como ellos. Mientras estas realidades no se asuman con la seriedad que un gobierno requiere sean tomadas, la democracia seguirá siendo un ejercicio formal pero no sincero en torno a los verdaderos intereses del pueblo que dicen representar pero que sin embargo no responden con acción gubernamental eficaz y comprometida.
La realidad de Venezuela no es mejor a la que Chávez “heredó” hace más de 10 años. Incluso podría decirse que empeoró tomando solo como referencia el producto estrella del país: el petróleo que cuando asumió el teniente coronel tenía un precio internacional de 8 dólares el barril y ahora supera los 100. Sin embargo, la criminalidad, la inequidad y la corrupción siguen intactas a pesar de poseer mayores recursos para resolverlas. Es evidente que el divorcio entre la realidad demandante de esfuerzos serios de gobernabilidad con las poses y actitudes altaneras y prepotentes de algunos gobernantes lo único que profundiza es el tamaño del problema facilitando al siguiente gobierno a pretextar la incapacidad de resolverlos por la “herencia recibida” de la administración anterior.
Es probable que estos años de bonanza no sean permanentes, algunos le dan un tiempo máximo de 10 años. Cuando ello ocurra muchos de los actuales gobernantes estarán disfrutando de un caribeño exilio mientras el pueblo al que endulzaron sus oídos y persuadieron sus espíritus sigan tan miserable como siempre. Perón lo entendió muy tarde en su exilio de Puerta de Hierro en Madrid cuando la Argentina entraba en una vorágine de violencia, luto y sangre.