'Plan B':Re-re-re- elección

Doscientos noventa y seis años antes de lo previsto por los discursos agoreros del poder, la Constitución que debía durar 300 años ahora va a ser modificada.

El movimiento que ostenta el poder parece ser que solamente confía en su líder y su capacidad de convocatoria y con ello cada vez más se desnuda el carácter poco orgánico de Alianza País.
A poco tiempo del significativo revés, el peor momento de AP en las urnas, el 23 de febrero, todo parecía indicar que el Presidente estaba condenado a ser candidato para salvar la continuidad del movimiento que se gestó en su entorno.

La propuesta, elevada a tema de debate en la Asamblea pero que deberá ser debatida en el país entero, surge como respuesta política que revela un cambio brusco de la idea o, al menos, del discurso.

¿No será que la re-re-reelección siempre fue una carta bajo la manga del líder de AP?

Parece contar poco la palabra empeñada en un sinnúmero de ocasiones por el Presidente de la República (o ‘no-república’, si nos atenemos a la ruptura de la concepción clásica del equilibrio de poderes). El Presidente ha dicho muchas veces que cumpliría su período y marchará.

Hace poco el expresidente del Congreso Wilfrido Lucero se remitía a una selección que publica en su más reciente número la revista Vistazo.

En marzo del 2011, el Presidente dijo a Ecuador TV que finalizado el mandato (el anterior) lo mejor era retirarse. “Esta será la última reelección, después de cuatro años me voy a mi casa”, sostuvo en febrero de 2013. Habló de consultar al pueblo sobre la reelección indefinida el 9 de octubre de 2013. Luego comentó que hay que cambiar la Constitución para afectar las reglas del juego, en el diario gubernamental El Telégrafo, en enero del 2014.
En marzo ya dijo que era su deber revisar su decisión de no lanzarse a la reelección ya que debía garantizar que el proceso sea irreversible y el 24 de mayo reciente habló, en su Informe a la Nación, de la reelección indefinida.

De un Presidente que ha empeñado su palabra de cumplir su mandato e irse a casa a otro que alienta la modificación de la carta constitucional hay una distancia enorme, aun cuando ahora diga que un cambio constitucional no sería para beneficiarse de modo personal y se introduzca en el debate el tema de la edad mínima para justificar que no se trata de dedicatoria a su propia figura.
También llama la atención que el viernes pasado, en entrevista concedida en el Oriente, haya señalado que es absurdo consultar al pueblo sobre la reforma. Es curioso cuando durante los siete años de su mandato se ha apoyado en la ratificación con consultas y referendos que, ahora, para un tema que se supone trascendente, el Presidente considere absurdo el procedimiento instaurado de modo reiterado con el argumento de darle legitimidad.
La reforma o enmienda, más allá del camino jurídico, es el ‘Plan B’, de un proceso que se quiere perenne. ¡Increíble!

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