Ramiro Rivera Molina
Razón de Estado (I)
La decisión del Consejo de Seguridad Pública del Estado (Cosepe), declarando «al terrorismo como una amenaza que atenta contra los elementos estructurales del Estado y por consiguiente a su seguridad integral», permite afirmar que está legítimamente apoyada en la convicción de la razón de Estado. Si los grupos y estructuras criminales como los Choneros, Fatales, Gánsteres, Lobos, R7, Tiguerones, Chone Killers, han desencadenado una atroz criminalidad y una ola de crueldad, son considerados actos terroristas, es al Estado al que le corresponde recuperar el bien común de la seguridad y la paz.
Si «la amenaza terrorista va a ser enfrentada de manera firme, por todas las instituciones del Estado», significa que la fuerza coercitiva y una buena razón de Estado se activan al derredor del principio de legalidad, legitimidad, necesidad, ética pública y el ejercicio del poder controlado. Se trata de preservar el derecho de la población a vivir en paz; la justificación del Estado para resguardar su energía coercitiva, con los instrumentos de la institucionalidad.
La barbarie del terrorismo no se enfrenta con la indiferencia, el desgano, ni con todas las avemarías y plegarias. Es al conjunto del Estado que le corresponde garantizar la paz, neutralizando y desbaratando las estructuras terroristas y sus apéndices. Es la necesidad de garantizar el derecho a vivir con dignidad, tranquilidad y equidad.
La razón de Estado referida, no es la misma que se formuló en la época medieval o en el renacimiento. Es la que se justifica cuando la cruel irracionalidad de las estructuras criminales del narco tráfico, ponen en aprieto la existencia misma de la sociedad y el orden público, que justifica a su vez el monopolio de la fuerza motriz que tiene el Estado.
Al parecer, la seguridad recién se toma en serio, y quizá dure, con la presencia de los generales Paco Moncayo y Wagner Bravo en la asesoría y secretaria de seguridad del Estado. Ya era hora.