¿Tiene razón Correa?

Cuando la tiene hay que señalarlo. De no tenerla, hay que advertirlo.

A veces sus anuncios son improvisados e inaplicables, como cuando ordenó que ninguna botica podía vender medicamentos recetados en los hospitales públicos, con la amenaza de clausura; pero lo cierto es que nadie iría a comprarlas, si hubiera su existencia en las boticas de los hospitales. Por eso, la solución está en proveer los medicamentos en los centros médicos y no en clausurar boticas, que auxilian a quienes los necesitan.

En lo reciente, ha expresado su insatisfacción por el estado de los hospitales del Ministerio de Salud; y, en su irritación, ha anunciado órdenes perentorias. Hay quienes dicen que es “puro teatro presidencial”, y quererse lavar las manos, por eso culpa a personal subalterno de los errores de más de 56 meses del gobierno. Quiero pensar que no es así. Ojalá no sea el pretexto para otra oleada publicitaria, como las recientes y mentirosas sobre los mismos temas, proclamando “la salud es de todos”, cuando ya eran públicas y notorias la corrupción en salud, sus carencias y fallas.

Ha cuestionado que en varios ministerios -Salud y Educación, entre otros- se diseñen obras cuya ejecución se demora, porque no responden a un solo modelo de construcción. Ese es un tema discutido por décadas: solo trabajar sobre prototipos constructivos o diseñar obras diferentes. La decisión debe sustentarse en un debate profesional y social, en que se analice la rapidez constructiva, con su calidad y efecto urbanístico.

Lo censurable es que el Presidente aprovecha la ocasión para agraviar a los mandos medios del sector público, porque a alguien siempre hay que culpar. A los de su entorno del poder, para exculparlos, los deja como pusilánimes, sin autoridad para asumir la responsabilidad de su gestión.

Por otro lado, el Presidente ordena imperativamente que en la ejecución de obras se trabaje las veinticuatro horas, en tres turnos de ocho horas cada uno. Es de comprender su desesperación para que las obras avancen, pero eso significará mayores costos salariales, o por incremento de horas para el mismo personal, hasta el tope que el Código del Trabajo lo permita, y/o por nuevas contrataciones. ¿Se van a modificar los plazos contractuales en la contratación pública? ¿Se van a modificar los presupuestos de las obras? ¿O se quedará en la ligereza de las palabras?

La eficiencia se alcanza por la calidad y la oportunidad con que se ejecuten obras y acciones.

El Presidente, por ejemplo, destaca el crecimiento del sector de la construcción, pero hay factores que conspiran contra los constructores , como la corrupción y el “dedazo” en la obra pública; y, los severos problemas registrales que retrasan inscripciones y certificados para trámites, en que lo más agudo parece que está en el Registro de la Propiedad de Quito.

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