El ‘rating’ en el limbo

A l omnipoder le cae bien la resurrección mediática del limbo como un espacio metafórico donde no existen ni el pecado ni el candor, donde nada se mueve.

Y en ese juego el papel de la prensa es triste, pues contribuye a crear esos limbos gracias a los cuales la sociedad se distrae y olvida reflexionar y tomar decisiones sobre los problemas reales.

Lo pensé la otra noche, cuando en una fiebre de zapping miré en tres canales la misma noticia.

La misma en los tres noticieros, dos de ellos privados y uno gobiernista.

La misma noticia de hace un año, dos, diez.

El mismo discurso sensacionalista, el mismo tono moralista, la misma sintaxis atropellada.

Los ingredientes eran los justos para armar una historia truculenta que subiera el rating, conmoviera a la audiencia e invitara a la condena social, la estigmatización, el racismo y la farandulización de la realidad.

Ocurrió, en la provincia de Chimborazo, en una alejada comunidad.

Tres indígenas fueron castigados por adulterio.

La sanción consistió en un baño con agua helada y en que los presuntos culpables, descalzos, cargaran pesadas piedras por una vía de seis kilómetros.

¿Qué relevancia tiene una historia como esa, repetida a la enésima vez, sin ningún valor agregado y, peor, sin el contexto sociológico y cultural que requeriría para que quienes no somos indígenas podamos acercarnos a esa realidad y entenderla?

Difundida como fue, ¿era una noticia digna de los espacios estelares de tres de los principales noticieros de televisión del país?

Son los limbos que creamos los medios. Los otros limbos. Aquellos donde el omnipoder y las fuerzas políticas, económicas y sociales nos encierran. enceguecen e incapacitan gracias a un periodismo que hace daño a todos.

Mientras el rating subía gracias a “escenas por las cuales no nos responsabilizamos si hieren sensibilidades”, el omnipoder y los indígenas políticos jugaban una nueva partida de ajedrez en la que el país no partidista presenciaba hechos poco entendibles por aparecer desconectados.

Los mismos medios que tanto espacio dieron a la “primicia” del castigo indígena no fueron capaces de decirle al país lo que realmente estaba pasando con la estratégica Ley de Aguas, cuyo contenido nos importa a todos.

Porque no basta con enviados especiales ni “reportes de última hora en el lugar de los hechos”.

Se trata de que los periodistas hagamos lecturas políticas de los hechos y que, con base en esas lecturas, seamos capaces de comprender lo que está en el fondo de lo que sucede en el día a día.

La televisión ya debiera hacer un esfuerzo por dejar atrás malas prácticas informativas que dan mucho rating pero que, al no aportar al entendimiento del país, construyen nuevos limbos.

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