A quienes notaron que los enlaces ciudadanos habían dejado de ser, desde hace varias semanas, el espacio de promoción de las ejecutorias y las políticas públicas para ser ocupados por largas disquisiciones sobre ideología y exégesis del discurso papal, les será fácil percibir que, después del respiro del sábado 1, el presidente Rafael Correa está de vuelta.
Probablemente acicateado por una economía en dificultades, una clase media incómoda y unos sectores sociales movilizados, desempolvó su lado pragmático y retomó un protagonismo que usualmente destinaba a las campañas electorales; el equipo de propaganda hace el resto. También hay un trabajo silencioso para desactivar otros frentes. Veamos.
En pocos días Correa mostró varias facetas. Una de ellas, en la visita a la Refinería de Esmeraldas, para dar la señal de que la obra pública sigue pese a las estrecheces de dinero. El día anterior, se reunió con representantes de organizaciones afroecuatorianas para hablar de inclusión. Esto después de una semana en que ratificó el apoyo a los gobiernos seccionales.
El jueves 6 apareció en un acto de masas con los choferes y mostró su fuerza. Es dudoso que una reunión de tales proporciones pueda ser vendida como parte del diálogo -no solo porque se trata de un sector afín al Gobierno sino por el formato-, pero la imagen comunica. De paso, permite atenuar el efecto de problemas como las denuncias alrededor de la administración de Yachay.
Desde luego, hay otros hechos que, si bien no se prestan para la foto, generan muchos réditos. Como el aval, que el Gobierno miraba con reticencia, para que el Municipio de Quito tramite créditos para cubrir los USD 440,9 millones que faltan para financiar la construcción del Metro. Una decisión que baja las aguas en la reacia capital del país.
Pero hay más. Se hizo pública una decisión de la Junta Monetaria Financiera que excluye a determinadas operaciones de la banca del pago del Impuesto a la Salida de Divisas. Esto como una línea de continuidad de los diálogos iniciados en marzo con el empresariado, para revisar la agenda de ese sector. Se esperan otras importantes decisiones en estos días.
El trabajo silencioso también ha apuntalado el apoyo de sectores indígenas y sociales, así como a la neutralización de frentes difíciles, como los jubilados y los maestros, cuyos fondos de ahorro fueron intervenidos. En estos días se verá, ya empezó a verse, un auténtico diluvio de manifiestos de apoyo.
Correa toma nuevos aires. Antes tenía más energía y más recursos estatales; hoy el esfuerzo por recuperar su capital político le significa mayor costo personal, y conseguir fondos es más difícil y costoso. Pese a sus palmarias muestras de pragmatismo, ¿sigue considerando irrenunciables sus proyectos de ley de herencias y de plusvalía; insistirá en la reelección por la vía de las enmiendas? ¿Era necesario tanto desgaste?