Los resultados electorales oficiales confirman que el candidato-presidente Rafael Correa logró una votación que mostró toda su fuerza política frente a la debilidad y la falta de estrategia de la oposición, y que en la Asamblea Nacional consiguió endosar el peso de su imagen y usar otros arbitrios como el método de asignación, para adjudicarse 100 de los 137 escaños.
Ya se han analizado ampliamente las probables razones detrás de un triunfo tan aplastante, que deja a Correa y a Alianza País (AP) con un capital político enorme. Estabilidad y orden; capacidad de ejecución y alto gasto; conexión con una buena parte de la población y, sobre todo, capacidad para mantener la esperanza en amplios conglomerados, minimizan ante el electorado el precio de los derechos individuales y la igual de peligrosa concentración de poder.
La gran interrogante es, ahora, cómo administrarán Correa y su movimiento este enorme capital. Los anuncios de reforma coinciden con lo que señala el plan de Gobierno para el cuatrienio que empezará el 24 de mayo.
Una de las medidas, que se inserta en las reformas administrativas, es la reducción de ocho a seis ministerios coordinadores. Pero la agenda va mucho mas allá, habida cuenta de que el Gobierno no dependerá de ninguna otra fuerza política, ni siquiera de las más cercanas, para legislar e incluso cambiar la Constitución.
Aparte de la Ley de Comunicación está el importantísimo Código Penal Integral, clave para la reforma de la justicia y parte de la oferta de la lucha contra la inseguridad. Hay otras igual de trascendentales: la de recursos hídricos y la de redistribución de tierras, y las que tienen que ver con los créditos desde el sistema financiero y el aumento de la recaudación tributaria, que significarán, según futuros asambleístas, cambios en la Ley de Instituciones Financieras y el Código de la Producción. No se descartan reformas al sistema de salud y, específicamente, al sistema de seguridad social.
¿Cómo administrar el poder cuando se es mentor de la mayoría parlamentaria y dueño de la reforma de la justicia, así como beneficiario de las designaciones que hace el llamado Quinto Poder en el resto de instituciones que manejan el Estado? Es muy importante que la Asamblea tenga tareas definidas para que esa mayoría no entre en una pugna de micropoderes, pese a que, en muchos de los casos, saben de quién dependió que los eligieran.
AP ha avanzado organizativamente y cuenta con un buen equipo de tecnócratas en la parte ejecutiva del Gobierno, pero no ha desarrollado una auténtica estructura de poder político, aparte de operadores con fines electorales.
Si bien hay un buró no hay una funcionalidad con la que sostener un proyecto más allá de la figura presidencial. Y si no hay contrapesos externos ni internos, todo pudiera depender de los acuerdos entre Rafael y Correa.