El último jueves la Academia Ecuatoriana de la Lengua recibió como miembro al Dr. Rodrigo Borja Cevallos. Su novedoso discurso trató sobre ‘Revolución digital y lenguaje’. Fue presentado por el Dr. Plutarco Naranjo. Ya antes la Academia Ecuatoriana se había honrado con la presencia de eminentes escritores que habían ejercido la Presidencia del Ecuador: Flores Jijón, Cordero Crespo, Baquerizo Moreno, Velasco Ibarra y Arroyo del Río. Por tradición familiar todos ellos cultivaron depurado español, fueron altos exponentes del arte de bien decir y enaltecieron la bibliografía nacional.
Borja, ya desde estudiante, nos dio uno sobre ‘Ciencia Política’. Desde entonces ha enriquecido los anaqueles de los estudiosos con notables obras, entre ellas su libro cumbre, fundamental en ciencias sociales, ‘Enciclopedia de la política’; ‘Sociedad, cultura y derecho’, es otro tratado para uso de estudiantes y politólogos; ‘Vericuetos de la Historia’, ágil, risueño y nutrido anecdotario político.
El difícil palenque de la oratoria explica de modo fehaciente la unánime designación de Rodrigo como Miembro Correspondiente de la Academia Ecuatoriana. Sus características de gobernante democrático y orador elocuente justifican su presencia en la Pinacoteca del Palacio de Carondelet.
No pocos de los allí retratados fueron estadistas ni todos oradores: algunos como Urvina, Veintemilla y Alfaro estuvieron negados para el discurso. Unos pocos, alcanzaron consagración por su estupendo dominio de la palabra: Rocafuerte y García Moreno, Baquerizo Moreno, Arroyo del Río y Ponce. Velasco Ibarra, el mayor orador, lo mismo improvisaba conferencias académicas que arengas de barricada. Le decían demagogo, pero también predicaba ideales o volaba por los cielos de la cultura y el espiritualismo. Velasco hizo escuela: muchos trataron de imitarle, nadie le igualó. Borja ha superado a muchos: maestro en la improvisación, siempre elocuente, combativo, enérgico, versado en ciencias políticas y jurídicas, memoria feliz, enemigo del populismo aunque a veces cultor de algunos de sus métodos.
Muchos han cultivado el improperio feroz: Rocafuerte lo inició, don Gabriel lo cultivó en prosa y verso. Velasco Ibarra lo elevó a la categoría de arte. Borja ha sabido eludir el denuesto pero ha sido quemante al usarlo. Ninguno ha logrado alcanzar la oprobiosa fuerza que en el vituperio contra García Moreno alcanzaron dos artífices de la palabra escrita, ápteros para el vuelo oratorio: Juan Montalvo y Benjamín Carrión.
La rica trayectoria cultural y política de Rodrigo Borja, reconocida dentro y fuera del país, fue una vez más aplaudida en esta sesión pública y solemne, repleta de público. Su presencia, su recia personalidad de intelectual y político, escritor, orador y conferenciante de amplio prestigio, uno de los de más renombre, honran ya a la Academia Ecuatoriana de la Lengua.