En el marco de la reunión mundial Hábitat III, la presentación de la CAF sobre políticas de inclusión para el desarrollo integral de las ciudades fue muy importante para reflexionar si en Quito estamos mitigando los problemas de exclusión y de inequidad que soportamos. Si bien el centro norte de la ciudad goza de buenos servicios, gran parte del sur y los barrios periurbanos carecen de infraestructura de calidad aceptable y de facilidades de acceso a los servicios públicos de buena educación, salud, espacios públicos y actividades culturales.
Un resultado tangible para que Quito sea menos inequitativa, debería ser instituir un plan de desarrollo de la ciudad, inspirado en todo lo se dijo en Hábitat III, con objetivos de inclusión de la población de escasos recursos económicos, que sufre de poca generación de oportunidades productivas y de empleo no adecuado.
El tema del transporte público es un problema complejo que afecta todos los días a la comodidad de la vida del 70% de la población que se moviliza en él. Hay que ver cómo la mayoría de los trabajadores que viven lejos del sitio de su trabajo llegan cansados y por la tarde regresan más cansados después de viajar más de una hora en buses incómodos y repletos. Así no puede haber buena productividad laboral. Otro asunto relevante es el costo de la vivienda por la especulación de los terrenos, la carencia de buenas obras de urbanización y los precios elevados de los insumos para la construcción.
Los espacios públicos – como el parque Bicentenario – deberían tener vida todos los días. La empresa privada debe colaborar con la Municipalidad para hacer un parque amigable con niños y jóvenes, financiando jardines de infantes que reciban a los niños mientras las madres trabajan, escuelas de educación básica y colegios técnicos para formar jóvenes competentes en labores que requiera la empresa privada, a fin de resolver el problema de los “ninis”, jóvenes que ni trabajan ni estudian. Este parque debe servir a toda la población, incluyendo a la de tercera edad que no va al Bicentenario porque no tienen lugares cómodos en donde descansar.
Nuestros empresarios exitosos podrían imitar a la Fundación Carvajal de Colombia que cedió el 49% de sus acciones para invertir en obras sociales de Cali, o al sector privado de Medellín que financia gratuitamente 450 jardines y parques o al Banco BOD que mantiene centros culturales populares en Caracas.
Bien dijo el ecuatoriano José Carrera, Vicepresidente de la Corporación Andina de Fomento, CAF: “hay que considerar a los espacios públicos como catalizadores de actividades económicas, que sirvan de focos de actividad comercial, turística y cultural, en donde la comunidad y el sector privado mejoren la convivencia ciudadana y promuevan la creación armónica de capital humano a través de la educación y el desarrollo de las capacidades para tener buenas oportunidades de trabajo.”
wherrera@elcomercio.org