Alfredo Astorga

Quitar el agua al pez

La Asamblea Nacional en caída libre. Cuando apenas levantaba cabeza ha sido salpicada con corruptelas, despilfarros, ineficiencia. No despega, patina. Los escándalos internos -Cerda, Llori, glosas- saturan los medios. Cobro por puestos, diezmos, gastos a manos llenas con dinero ajeno. Nuestro dinero.

Los últimos símbolos degradantes han sido las empanadas de 6 dólares y el café con coimas. Ningún escenario se salva. Honorables depredadores lo contaminan todo. Puede ser el café o los masajes, los hoteles, los banquetes, la cirugía estética o las empanadas.

No hay explicaciones ni coartadas. Peor disculpas y enmiendas. Se han vuelto expertos en culpar. Siempre son otros: sórdidos intereses que quieren destruir la sacrosanta Asamblea. Por no reconocer su representación popular, su ética, su trabajo de gigantes.

Por concentrarse en el show -con contadas excepciones- esta Asamblea esfuma problemas estructurales. Se entretiene con abusos menores (que deben sancionarse) y mira para otro lado. Logra que el país desvíe la mirada aprovechando su propensión a consumir escándalos y a olvidar sin rencores. No hay agenda legislativa.

El último acto ha sido el bloqueo a la Ley de Creación de Oportunidades. La han devuelto sin leerla, sin diseccionarla, sin proponer nada. El argumento, una interpretación dudosa de un organismo no competente: inconstitucionalidad por falta de unidad de materia. Como si los asuntos económicos fueran aislados, independientes. Como si tributos o inversión no tuvieran impacto en el empleo.

Un minúsculo grupo esconde el proyecto a todo un país. No aprecian que la discusión democrática es lo esencial y que no está prohibido levantar alternativas. Nos han privado de conocer, valorar y enriquecer un proyecto estratégico. Ni de lejos se plantea el acatamiento ciego. Todo lo contrario, su debate habría servido para develar puntos cuestionables o francamente inaceptables. Nos habría encantado escuchar a los honorables sus profundos análisis, sus creativas propuestas. La ley regresa sin que muchos asambleístas la hayan tocado.

El Ejecutivo ha mostrado dos debilidades imperdonables. Una, ausencia de consensos sociales en la construcción del proyecto; parece creer que la participación comienza y termina en la Asamblea. La otra, falta de pericia y músculo político para posicionar propuestas y lograr adhesiones.

La respuesta de la Asamblea avanzó en audacia. Las 4 bancadas opositoras desafían al Presidente: cambios al proyecto o consulta popular. Saben que el capital político presidencial no es eterno… quién dijo miedo. Un desplante inesperado que, como se dice, le quita el agua al pez. La consulta o la muerte cruzada dejan de ser presión, chantaje o amenaza. Tienen condiciones para hacerse realidad. Si las decisiones se toman pensando en el país y no en personajes o espacios de poder, pueden generar días mejores. Ojalá.

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