Tanto nos gusta Facebook y tan generalizado es su uso, que para un miembro de mi generación la elección de no tener un perfil va más allá de una simple decisión en tanto que consumidor de servicios tecnológicos. Es una especie de declaración de rebeldía e insubordinación ante las convenciones sociales más frívolas. Yo fui inicialmente parte de este grupo de insurrectos, hasta que caí en sus encantos.
Pero no me refiero a tener un perfil, sino a poseer una de las empresas revelación del comienzo de siglo. Si Facebook fuese un país sería el tercero en población, y nuestro Presidente sería un seudo-adolescente multimillonario de 26 años que utiliza sistemáticamente T-shit. Y, a todos nos gustaría ser tan millonarios y tan jóvenes que a nadie se le ocurra chistar cuando nos pongamos camiseta, y que Times nos nombre la personalidad del año. Desde los gemelos Winkelvoss que han ido a juicio argumentando plagio, hasta yo que batallo contra mi capacidad adquisitiva; todos quisiéramos tener Facebook ‘ hasta ahora.
La compañía tiene menos de 500 inversionistas, y según las normas de la SEC americana, cuando una empresa cruza este límite tiene que volverse pública y cotizar en bolsa o bien asumir las obligaciones de información que ello conllevaría (informar acerca de la cifra de negocios, rentabilidad, etc). Ante esto, cuando las empresas se acercan a este límite, suelen decirse a sí mismas, si vamos a tener que soportar las obligaciones de información de una vez abrámonos al público.
Pues bien, Fb ha escogido a Goldman Sachs para que maneje la operación de incorporar inversionistas y cruzar el límite; a su vez, ellos han escogido meticulosamente las personas a quienes han enviado la propuesta. Todo bajo un secretismo monacal.
El mundo financiero al enterarse de la venta de la tan ansiada compañía, comenzó masivamente a teorizar acerca de las cifras detrás de Fb. Por el momento se prevé que se fije el valor de la compañía en 50 mil millones, y la especulación más candente sitúa la cifra de negocios anual en un máximo de 2 mil millones.
Cuando Google salió a la bolsa, el precio, de la compañía valía 7 veces la cifra de negocios anual, el valor de Fb es de 25 a 50 veces superior. Pero el secretismo y la fascinación de la empresa han exacerbado el hambre de los inversionistas. Un cliente de Goldman, citado por el Wall Street Journal, se lamenta de no poder meditar el proyecto con más calma, pero concluye “Uno quiere ser parte de ello.”
Se me ha criticado por defender al Estado respecto a la culpabilidad en la generación de burbujas. No niego que la liquidez tenga un rol importante, pero lo esencial es la especulación y la falta de información de los agentes privados. El caso de Fb ¿no les recuerda a la burbuja de Internet de hace una década?