Ayer se hizo realidad uno de los sueños del Jefe. Cumplió su cuarto año en el mando del Ecuador bastante bien sentado en su solio de Carondelet –pese a los sustos y las iras del 30-S- y como candidato favorito, sin un gran rival a la vista, para las elecciones del 2013. ¿Qué pasará en el quinto año, que se inicia oficialmente hoy? Es una de las múltiples preguntas alrededor de un personaje que subió con un emblema socialista –del siglo XXI, por si acaso-, en un país que poco antes caminaba a ratos por la acera derecha y cuando los informes periodísticos anotan que recibió sabrosos ingresos por unos 77 000 millones de dólares, pese a lo cual le caen bien los créditos y los impuestos.
Los primeros cuatro años fueron intensos. ¿Qué no pasó, comenzando por la disolución del Congreso neoliberal, la caída de la partidocracia y el traspaso de la Asamblea de Montecristi de las manos del ‘Betí’ Acosta a las del ‘Corcho’ Cordero? Hubo de todo, incluyendo una crisis y luego una recuperación del precio del oro negro, una asonada tremebunda, un par de docenas de aliancistas dados de baja, una elevada inversión pública, la expedición de varias docenas de leyes, una intensa acción internacional, sobre todo con amigos de camiseta roja y –para no cansar-, la consolidación de un mandato personalista y confrontacional, con un líder apenas conocido poco antes de subir al trono, feliz con sus seis victorias y planeando otras. ¿Y qué más? Mucho, mucho más y, por cierto, desazón por la lentitud de los partidos políticos ecuatorianos y, de paso, por la radicalización venezolana.
Los análisis oficiales dicen que va bien todo –o casi todo- y las voces opositoras aceptan el impulso a la obra social, los avances en lo vial y en algunos otros rubros, pero –en términos generales-, resultados discretos en relación con tan altos ingresos. ¿Qué viene ahora? El Gobierno anuncia que sigue con lo suyo pero hay algunas expectativas en el sector privado, clave para el empleo. Antier, en una cadena, el Jefe bajó el tono e hizo más de un llamamiento a la inversión privada –con todo lo que ella significa- y en ese sector hay comentarios tibios pero significativos alrededor del Código de la Producción. No es mucho pero hay interés por el quinto y sexto años.
El Jefe se juega con la Consulta. ¿Aprovecha la popularidad o hay nuevamente un trasfondo electoral? La sorpresa fue el tema de la Justicia y una reorganización con obvio peso presidencial. Los subsidios –especialmente el del gas- preocupan cada vez más. El Gobierno parece ir por buen camino: hacer exactamente lo contrario de lo que hizo Evo. Avanzar con calma y tomando en cuenta la complejidad del asunto. ¿Y la prensa? Pues, se espera una buena ley, menos ataques, no tratarle mal solo por pertenecer al sector privado, porque eso va a ahuyentar una inversión privada que –con mucha razón- consideran conveniente el Jefe y el oficialismo. ¿Soñar no cuesta nada?