Ya, si no quieren que hablemos del Cotopaxi, no hablamos. Podemos tratar otros temas, que igual son importantísimos y que por descuido (o por conveniencia) hemos dejado caer en el olvido.
Un primer tema: el precio por kilómetro de carretera en esta patria que avanza a todo pedal (a veces dejando muertos a diestra y siniestra, pero ese es otro tema, aunque también podríamos abordarlo más adelante con ese gremio hoy tan amigo del Presidente). ¿Querrá alguno de los involucrados contarnos por qué, por ejemplo, en la vía Collas – Tababela cada kilómetro costó USD 16,9 millones, si –según un reporte de Infobae– en Europa construir un kilómetro de carretera cuesta en promedio USD 178 000; y en América Latina, puede ir de uno a dos millones el kilómetro?
Otro asunto jugoso para una buena conversa en tiempos de estado de excepción es la Refinería del Pacífico (saludos a los amigos de El Aromo, en Manabí). Esa que nos dijeron en el 2008 que para el 2013 estaría lista y nos libraría de la onerosa carga de importar derivados del petróleo (lo que gastamos se cuenta por miles de millones de dólares). Cuando ya falta poco para que se acabe el 2015, de la Refinería solo se sabe que han movido tierra de allá para acá y viceversa, o sea que quedó una linda explanada, y que se ha hecho unas obritas por ahí para la comunidad. Nada más. ¿Qué será?
O hablemos de las muertes sin resolución satisfactoria del general Jorge Gabela y de Bosco Wisum. Ya ven, temas hay lo que quieran.
Y no nos podemos olvidar del Caso Cofiec, del señor Duzac y de Pedro Delgado; también sería muy útil, para ir llevando las cuentas, que el Canciller encargado nos diga cuánto nos cuesta mantener a Assange, porque a los británicos les está costando una millonada vigilarlo, según dijeron bravísimos el otro día.
A manera de chisme sabroso, que alguien cuente los pormenores del caso Manuela Picq: detención, cancelación y devolución de visa y cualquier otro detalle rocambolesco, como todo lo que pasó con ella a partir del 13 de agosto hasta el viernes 21 que viajó a Brasil.
Algo que sí amerita horas y horas y horas de explicaciones es el acertijo del cambio de matriz productiva. ¿Cuáles son los avances? Y además ¿cómo estos empatan con los contratos que continuamos firmando para seguir como explotadores de materias primas (petróleo, minería, etc.)? Un acápite de la presentación debería ser la crisis de Tulcán, que desde hace algunos meses se está comiendo la camisa a falta de opciones y condiciones para trabajar y por ende vivir de su trabajo.
De todo eso podemos hablar si quieren e incluso podrían ser excelentes temas para la próxima sabatina, para que el Presidente refresque su repertorio tan cansón.
Está claro que tenemos harto material de conversación, mientras el Cotopaxi humea casi en secreto (si no fuera porque se le ve clarito). Entonces, ¿hablamos?