El Gobierno ha quedado atrapado en sus propios hilos, sin salida aparente. Este Gobierno no puede culpar de la crisis económica a nadie porque ha hecho lo mismo que el gobierno anterior. Nunca bajó el gasto público, nunca frenó la deuda, nunca paró el despilfarro, nunca combatió la corrupción.
Ahora requiere tanto dinero que es imposible conseguirlo. Para endeudarse necesita credibilidad y para aumentar impuestos, mayoría legislativa. El panorama político es más sombrío. No hay quién le eche una mano; en la última redada en contra de la corrupción no han caído los enemigos sino los amigos. El Gobierno promovió como candidato al vicepresidente para después resentir y quitarle la plataforma que le había ofrecido. Ahora se dice que espera el momento oportuno para renunciar y lanzar una candidatura independiente. Se dice, porque no se sabe con certeza nada, solo informaciones parciales que filtran los mismos funcionarios. La situación de debilidad, falta de credibilidad y soledad no puede ser peor. En estas circunstancias hablar de aplazamiento de las elecciones resulta temerario.
Las condiciones de la salubridad son de una fragilidad que estremece. Las cifras oficiales distan demasiado de las cifras reales de contagiados y de muertos; mantener el aislamiento va a resultar imposible, aunque los hospitales estén saturados. El peligro es ahora mayor que al inicio de la pandemia. Cuando termine el confinamiento se harán visibles el nivel de desempleo y el incremento de la pobreza. La protesta espera pretexto.
El Gobierno que ha sido manso y tolerante con la corrupción, durante tres años, se une ahora con la Fiscalía para destapar una cadena de denuncias de corrupción de la peor calaña porque se trata de robos a los enfermos y a los muertos. Si la Fiscalía se empeña en la investigación de la corrupción en los hospitales y quiere parecer independiente, tendrá que encontrar, tarde o temprano, a quienes repartieron los hospitales. Los acusados pueden irse “jalando el mantel” y revelando el mecanismo completo de corrupción que inicia con la urgencia de votos en la Asamblea para apoyar proyectos e impuestos del Ejecutivo. Por eso muchos se preguntan si el Gobierno está pegándose un tiro en la nuca, si trata de provocar el caos o ha decidido jalar todos los hilos “caiga quien caiga”.
Los que le hablan al oído a Lenin se sacan los ojos entre ellos, según las filtraciones publicadas en los portales. El Ejecutivo escucha a todos y los mantiene a todos seguramente para que, entre ellos, se limiten los poderes siguiendo la fórmula de Montesquieu. Los juegos de poder, sin embargo, son complicados y se comete errores. Le han puesto en aprietos a la Fiscal haciéndole aparecer en colaboración con el ministerio de Gobierno y “puesta por Lenin”, como dijo el secretario de Gabinete. Desprestigian a la mejor figura pública. O sale golpeada la Fiscal o salen golpeados los que entregaron los hospitales.