¡Elé! En el mapa petrolero quierde que asoma el Yasuní…¡si le han reducido a la mínima expresión! ¡Si todo está troceado, como pastel, listo y servido para repartirse en bocaditos este nuevo festín petrolero y brindar con las babas negras que salen de las entrañas de la tierra.
Mientras tanto, todo ahora se llama Yasuní, tiene la marca Yasuní y se vende como y para el Yasuní. Desde un champú con frasco biodegradable de cuyas ventas se destinarán a defenderlo, hasta Todas las Voces, que sin haber visto el mapa, han cantado con una taquilla que servirá para lo mismo y justo, el mismo día de la licitación petrolera del sur oriente, léase límite sur del Parque Yasuní, o sea, el Curaray.
Hasta premios sonados le dan a la Iniciativa. Aunque esos premios y esos dineros y esas taquillas no lleguen ni para los módulos educativos que necesitan los chicos waorani que aspiran a estudiar, ni tampoco para el estrecho presupuesto del plan de medidas cautelares que se creó para proteger a los grupos aún sin contacto. Tampoco le llegan al Dabo más que coca-colas que le entregan los petroleros para que les deje pasar a cumplir con su tarea. Quierde. Ni llega para el comedor escolar que le ofrecieron a la gente de Amarumesa.
Quierde las platas que se han gastado a propósito del Yasuní, del que por estos lares no queda nada… talleres, refrigerios, refrigerios y talleres, foros con refrigerios, refrigerios con foros. Ahí se fueron las platas. No alcanzó ni para el generador que necesitaba la comunidad de Samona para hacer su pequeño negocio de emprendimiento de cacao. Quierde. Quierde los réditos de algunos convenios firmados aprovechando la sed de dinero de algunas comunidades. Quierde los pagos a los impagos proveedores de algunas empresas…
Las platas que sí se ven, vienen justamente del negro petróleo. Ahí sí se notan los carteles. Un milloncito para una escuela en Los Reyes, justo en el límite del parque y en zona de presencia de grupos aislados, otros milloncitos para las escuelas, pueblos, carreteras del milenio, y para invertir en la otrora aporreada Dayuma.
¡Y los candidatos ofreciendo lo mismo: que seguirán haciendo campañas por el Yasuní! ¡Ninguno podrá retirar las miles de tuberías que siguen llegando, ni parar las gabarras con material para la infraestructura petrolera en lo que ya han gastado las compañías y el Estado!
Quierde. Del Yasuní nos quedará la etiqueta del champú biodegradable. Las fotos para el recuerdo de los habitantes de la selva en algún foro en Nueva York. Los talones de las entradas de Todas las Voces. De los pueblos aislados, las últimas lanzas como piezas de museo. Y de la nueva ronda petrolera, la nítida y pulcra imagen de una estela cristalina salpicada desde la cola de un rojo guacamayo con la que se promocionan los bloques del suroriente.