A pesar de la crisis de la Euro Zona y aunque parezca contradictorio los bancos más seguros siguen siendo los europeos. Así empieza el informe de medio año de Global Finance. Los 10 primeros lugares de la lista lo ocupan los bancos europeos y a pesar de los desplazamientos y pérdidas ocurridas con algunos de ellos, todavía son la mitad de los 50 mejores del mundo.
Las mayores caídas han sido de los bancos españoles e italianos que fueron degradados tres veces por las agencias de calificación internacional. De ellos solo el Santander se mantiene entre los 50 mejores. Franceses e ingleses también han sufrido cambios, pero en menor dimensión. En esta lista constan 12 bancos norteamericanos, de los cuales el mejor ubicado es el Bank of New York Mellon, cuya posición es la número 26. ¡Cómo ha cambiado el mundo! Antes eran los primeros. Luego los reemplazaron los japoneses. Ahora con los europeos se mezclan los canadienses, australianos, de Singapur. Ah, me olvidaba, pero también hay un banco latino entre estos 50: es el Banco del estado de Chile.
Solo cuatro bancos en el mundo tienen la calificación AAA: dos alemanes, un holandés y un suizo. Todos los demás son AA o menos. El remezón de la crisis en el sistema financiero ha sido colosal y todavía no se aprecia, podría decir con más propiedad no se entiende lo que ello implica o significa pues el deterioro conlleva necesidades futuras vinculadas con ajustes o mayores aportes patrimoniales, reestructuración de portafolios, requerimientos de liquidez, que en conjunto distraen las actividades vinculadas con el dinamismo crediticio indispensable para la recuperación económica.
Ese es el meollo de la inacción del sistema. Mientras el mundo busca regresar al crecimiento, el sistema financiero se concentra en estabilizar sus indicadores. No reacciona a los incentivos de la política económica por cuanto debe poner en orden su casa y trabaja en ello antes que pensar en buscar nuevas oportunidades. Necesita más capital pues ahora debe incrementarlo al 9% de los activos ponderados por riesgo (del 8% actual), y para alcanzarlo, ante la incertidumbre que limita los aportes frescos de accionistas debe reducir sus inversiones y redes internacionales. Por ello ahora se aprecia un proceso de desinversión de algunas instituciones americanas y europeas, quienes a la par revalúan sus portafolios y cuidan la liquidez como el activo que menos impacta en su valoración para el cálculo patrimonial.
El proceso tomará su tiempo.
Algunos bancos ya adelantaron sus decisiones y van camino a normalizar su situación.
Otros recién empiezan. Una vez más se confirma un viejo adagio: lo cierto es que se sabe cuándo empieza una crisis, pero no cuándo y cómo acaba.