En el 2008, por casi cuatro meses, Argentina vivía un paro del sector rural que parecía minar el capital político del peronismo-kirchnerismo. En las elecciones seccionales del 2009, el partido de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner perdía en todo el país, aunque al año siguiente, recuperó el apoyo luego del fallecimiento de Néstor Kirchner, y ganó la reelección del 2011. Una prueba de que en política, muchas veces, funcionan más los sentimientos, como dicen algunos analistas.
En un país, que tiene devoción por el campo (consume 59,4 kilos de carne per cápita y que paradójicamente las primeras composiciones escolares tienen como tema ‘La vaca’), la política se radicalizó entre uno y otro bando y, obviamente, se recurrió a la teoría de la conspiración para desestabilizar a Kirchner.
En ese 2008, José Mujica era el ministro de Agricultura y Ganadería de Tabaré Vázquez. Cuando le preguntaron sobre la crisis argentina, sin ambages dijo que “los argentinos deberían quererse un poquito más”.
El afecto no cae en aquello que se podría llamar una categoría política, pero bien podría dar un empujón para saber vivir democráticamente, con el reconocimiento de que siempre hay ‘un otro’, no solo en la política sino en la vida misma, para evitar que se yergue una sociedad de intolerancia como la que nos pregona Donald Trump.
No deja de ser curioso que hay un Ministro (al menos tiene rango y salario de ministro) para el Buen Vivir -por cierto, según Senplades no se la puede incorporar al grupo de secretarías de Estado porque ha sido solamente una “iniciativa”- se puede tomar como una ayuda para el ejercicio del buen gobierno y, por qué no, de la buena oposición.
Esta ha sido una semana que deprime a cualquier que abra el periódico o mire los noticieros. Ecuador no sabe de qué se trata eso de quererse un poquito. La condena a Fidel Araujo, las declaraciones de Alexis Mera en contra de monseñor Arregui, los calificativos a una concejala por parte de su par, las ofensas racistas a los indígenas y tanta verborragia, solo dejan desazón.