Los puros

Yo alguna vez fui como ustedes. Prístina, inamovible, consecuente al cien por ciento. Pero visto lo visto, me estoy obligando a la ruindad de ser pragmática y hacer lo único que puedo hacer para que esto se acabe: votar por quien tenga que votar para que haya segunda vuelta.

Entiendo a quienes, por higiene mental y ética, quieren votar nulo este 19 de febrero. Así comencé mi vida electoral hace más de veinte años: lanzándole a la cara un desplante conceptual a esta clase política que da grima. ¿Saben qué pasó? Que ni se enteraron ni cambió nada. Aquí sigo, solo un poco más harta.

Están en su derecho de votar nulo o blanco, solo que ahora les irá peor de lo que me fue a mí. Porque con su acto de rechazo aumentarán las posibilidades del candidato que más votos tenga. Su acto rebelde se ha convertido, gracias a los leguleyos, en un salvoconducto para que alguno de aquellos que ustedes abominan suba al poder; y lo podrá hacer incluso con menos votos de los necesarios.

Hay otra forma de pureza que tiene que ver con el corazón y con la confianza. Algunos de ustedes votarán por el candidato de sus amores; alguien con quien se identifican y tiene todas las cualidades que quieren en un líder. Pues esa forma de pureza es ahora absolutamente inútil si su candidato no tiene una real posibilidad de acercarse, por lo menos, al 20 por ciento de la votación. ¿En serio van a votar por fulanito o zutanito arriesgándose a que todo continúe como está o empeore?

Y les planteo esta pregunta porque a lo largo de los últimos meses he hablado con varios de ustedes sobre la situación del país. Me han dicho que no pueden más (sé que es verdad porque muchos son cercanos a mí), que esto se tiene que acabar, y cuentan los días, las horas, los minutos… Pero cuando les pregunto por quién van a votar me responden: por ninguno o por alguien que no tiene ninguna posibilidad de acercarse al candidato oficial.

En serio, ¿cómo creen que se resuelven las cosas en democracia? En las urnas, gracias a la figura de la alternabilidad. Y hay que estar claros que nos toca escoger entre el material disponible, no podemos importar candidatos; los que están son los que son. Salados.

Y sí, entiendo que tengan un prurito que les impide votar por alguien que no sea tan puro como ustedes; pero ¿han pensado que para salir de este entuerto nos vamos a tener que mojar el poncho todos? Unos tratando de poner orden en este desmadre y otros (ustedes, yo) votando por quien sea que tenga una posibilidad real de llegar a segunda vuelta.

Esto es un trabajo de equipo, mis queridos. Hay unos señores en esa papeleta que sí pueden ir a segunda vuelta. De ustedes, los puros, depende que eso pase o no. Y si votan nulo o por el candidato de sus amores que apenas llega el 10% de la intención del voto, háganme un favor: dejen de quejarse y procuren no toparse conmigo los próximos cuatro años. Gracias.

iguzman@elcomercio.org

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