Pura coincidencia

Ya han pasado unos 100 minutos y el Presidente mira el reloj ante la cámara con un gesto de preocupación: se lo ve rodeado de documentos, apuntes, productos alimenticios. Recuerda de pronto que tiene que ir acortando su intervención porque se trata de una trasmisión nacional.

Ha hablado largamente sobre los conceptos del Socialismo del Siglo XXI, especialmente en relación con la soberanía alimentaria. Se trata, dice, no solo de un plan que se refiere al acopio y la distribución de los alimentos, sino a su producción. Y sobre todo al consumo: si no hay ciertos productos es porque la idea es surtir a la mayor cantidad de ciudadanos de los alimentos básicos para una dieta balanceada y de calidad. La conclusión es clara: no se trata de un sistema en el cual se privilegie la visión capitalista.

A propósito de un tema tan cotidiano como la alimentación, el Presidente habla de lo que consumirá él personalmente mañana y recuerda los problemas de hambre que pasó en una gira por el Medio Oriente en época de ayuno.

Después, muestra unos cuadros estadísticos hechos por un centro de estudios confiable, en los cuales es posible constatar, sin atenuantes, que los problemas de desnutrición que aquejaban hasta hace unos años a la población ahora han retrocedido, gracias por supuesto a las políticas revolucionarias que se han aplicado. Seguidamente, se trasmiten unas tomas anteriores del Presidente con unos gemelos rozagantes que vendrían a ser la prueba viviente de lo dicho.

Llega el momento en el cual el Presidente le cede la palabra al ministro de turno: éste explica las bondades del sistema, los problemas que aún afrontan a la hora de cumplir con los objetivos nacionales trazados por el líder, y destaca la labor denodada e incansable de todos quienes forman parte del prodigioso plan. Los reconocimientos a estos héroes son retribuidos por una audiencia disciplinada, uniformada, militante y muy aplaudidora.

Antes, el Presidente ha hablado sobre la delincuencia y la inseguridad, y ha dicho que no se puede pedir que solo él resuelva este grave problema, pues es la población la que debe organizarse, pues para eso está el pueblo, y con razón siempre se ha dicho que la voz del pueblo es la voz de Dios. Aplausos.

Como parte final del acto, el Presidente se apresta a dar una prueba más de la descentralización del sistema alimentario y para eso entregará certificados a cuatro ciudadanos escogidos para la difícil y revolucionaria tarea. Después de entregarles los certificados, les recuerda la gran responsabilidad y les da la mano. Cuando uno de ellos, una mujer, pide hacer uso de la palabra, el Presidente le da licencia, pero le pide que sea breve porque están en cadena y el tiempo es corto. Tras el agradecimiento en medio de aplausos, el presidente Hugo Chávez toma nuevamente el micrófono y dice las últimas palabras'

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