¿Cómo hacen el amor los puercoespines? Con mucho cuidado, me advertía mi madre, cada vez que yo iba a hacer algo riesgoso. Esta anécdota es muy relevante para Ecuador y para la mayoría de países que están empezando el proceso de desconfinamiento: hay que hacerlo, pero con mucho cuidado para no terminar pinchados.
Empezar a reabrir el país era inevitable y fundamental para recuperar la economía. Como lo escribió Joaquín Morillo en este medio, el encierro también mata por sus efectos económicos devastadores. Además, el desconfinamiento ya estaba en marcha, pero de manera descontrolada. A la llamada “fatiga de cuarentena”, se venía sumando la imposibilidad de mantenerla para quienes tienen que salir para sobrevivir el día a día.
Esto ya era evidente, incluso antes del cambio a semáforo amarillo. Si la movilidad “normal” en Ecuador equivalía a 100, el 28 de marzo llego a un mínimo histórico de 13, una caída del 87%, o sea totalmente encerrados. Esto se estima a través de los GPS de los teléfonos celulares. Desde entonces ha venido subiendo y se calcula que para mediados de junio era de 33. Aunque estamos lejos de los niveles pre pandemia, hemos tenido un aumento de más del 150% en la movilidad desde fines de marzo.
La clave es que sea este proceso sea gradual, controlado y basado en la mejor técnica e información disponibles. Los expertos en salud pública han dado su veredicto: no salir si no tienes necesidad de hacerlo, especialmente si eres una persona del grupo más vulnerable (mayores de 65 años o con enfermedades crónicas), usar mascarilla, lavarse las manos, desinfectarse con gel o alcohol, respetar el distanciamiento físico y los aforos máximos.
Estas medidas preventivas tienen que complementarse con pruebas y seguimiento a posibles contagiados y sus contactos, el fortalecimiento de los sistemas de salud para evitar su saturación y el cumplimiento de las restricciones a la movilidad y normas de bioseguridad.
Pese a todos estos esfuerzos, es posible que conforme se flexibilicen las restricciones, se produzca un rebote en el número de contagios. Expertos temen una segunda ola de contagios y que tengamos que enfrentar la prevalencia de nuevos enfermos y fallecidos, mientras la población vaya adquiriendo inmunidad masiva o se descubre una vacuna efectiva y segura.
Esto pone un desafío muy serio en la población y especialmente en el sistema de salud que podría ser desbordado en su capacidad de atención oportuna a la población. Las autoridades nacionales, las subnacionales y la sociedad deben evitar una situación de saturación, pues esto podría ser muy costoso en vidas humanas y echar para atrás las medidas de desconfinamiento. Un escenario de “parar, seguir, parar” podría ser fatal para las familias y para el frágil tejido empresarial.